EL APUNTE

La celebración de nada

Las imágenes de miles de jóvenes de fiesta obligan al Gobierno a trazar una línea de actuación clara en una compleja fase de transición en la pandemia

Las imágenes que se han visto este fin de semana en algunas grandes ciudades españolas hablan por sí mismas. Afortunadamente, los municipios gaditanos, los de otras muchas provincias, excepto Madrid, Sevilla o Barcelona han quedado libres de esa irresponsable celebración de no se sabe qué. ... No hay nada que celebrar. Cientos, miles de personas esperando a festejar una madrugada como si de Año Nuevo se tratara cuando no hay ningún motivo de jolgorio tras lo que hemos vivido los últimos 15 meses... Y lo que queda. Como si la crisis sanitaria hubiera sido superada, una multitud de jóvenes, y no tanto, quisieron convertir el fin de la limitación de horario, la geográfica y la de aforos en una especie de verbena, de victoria sobre la enfermedad que, en realidad, no se ha producido. Son sólo algunos, muy visibles, los que han relajado (sería injusto decir que olvidado) las directrices que marcan las autoridades sanitarias. No puede volver a pasar, no puede seguir ocurriendo, todos nos jugamos mucho.

No es el caso de los gaditanos, afortunadamente, ni de otros muchos lugares de España, por supuesto. Pero sirve de aviso a navegantes. Hay que confiar en que no se produzca un efecto contagio que propicie una actitud similar de concentraciones, en las que la mascarilla cae hasta la barbilla y las distancias interpersonales se acortan hasta desaparecer bajo los efluvios del alcohol. Lo mismo sucede con las reuniones de amigos y familiares que, pese a que está demostrado que son el principal foco de contagios, no nos impresionan lo suficiente como para que respetemos las reglas por más que haya pasado el estado de alarma.

Es cierto que lo vivido este fin de semana ha sido una situación excepcional, pero no es excusa. No basta con los mensajes bienintencionados, el Gobierno debe dar directrices claras y no dejar a los tribunales un papel legislativo que no les corresponde. Hay que poner las medidas necesarias para encauzar la situación de transición hasta la, ojalá cercana, inmunidad. Pero aún no ha llegado. Testimonios como los vistos en estos días no son compatibles con una sociedad que quiere doblegar la curva de los contagios del coronavirus. Así que cabe un nuevo llamamiento a las instituciones públicas para que prevean situaciones similares y planifiquen esta delicada fase.

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