Carnaval de todos, carnaval para todos
En este fin de semana hay que recordar el pasodoble de Juan Carlos Aragón: esta fiesta no es un botellón y la ciudad, cuando acabe el jaleo, se quedará
Uno de los pasodobles que más se recuerdan de entre la selección que dejó Juan Carlos Aragón destaca, con un color propio, aquel que rezaba que «igual que en una mezquita al llegar te descalzas si quieres entrar, todas las calles de Cádiz ... también son el templo de una religión que da a la vida sentido». La copla, que cantó con ‘ Los millonarios ’, decía a las claras aquello de «esto es una religión para el que no tiene más dios que la voz de su pueblo tal como le sale; si no te gusta, lo siento pero no consiento hacer un botellón de mis carnavales». Y no porque no se pueda o deba beber en esta fiesta, sino porque la ciudad no puede convertirse en una gigantesca explanada donde todo valga, donde el alcohol justifique las conductas incívicas y en donde no importe cometer cualquier exceso con la excusa de la fiesta.
No es un discurso fruto de la pacatería, sino de la experiencia de comprobar cómo llegado el sábado de carnaval se deja de lado el verdadero sentido de la fiesta en favor de un desenfreno contrario a las mínimas normas de convivencia. Si no nos divertimos todos, no es una fiesta, es un asalto, una imposición que en nada tiene relación con una celebración que busca unir y no enfrentar.
Es a partir de hoy cuando habrá que comenzar a buscar la ilegalidad de las agrupaciones, no la de otra clase. Y quedarse con la boca abierta escuchando agrupaciones, no contemplando peleas ni actos incívicas.
Los hosteleros, semanas atrás, ya indicaban que la previsión de ocupación para esta semana sería del 100% y que no habría problemas con los apartamentos turísticos porque todo lo que se ofrece en Cádiz se termina llenando. Situación que se extiende a San Fernando, Chiclana y El Puerto . Una ciudad con los niveles de paro como los que tiene Cádiz no puede permitirse prescindir del maná que llega cada febrero en forma de ocupación turística. Pero también es cierto que hay que repetirle a quien cruza las puertas de esta casa que «esto no es una feria de tantas, sino uno forma de estar, de la gente de Cádiz». Que el Carnaval no sea un caballo de Troya, de los de fuera y de los de dentro, que nos haga odiar esta fiesta.
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