Un carnaval de oportunidad más que de tradición

Al margen del pinchazo de ayer y de debates ya superados, la fiesta en Cádiz era una buena ocasión para la promoción y la economía

Estamos habituados al análisis. Más en estos tiempos en los que información y entretenimiento se mezclan en un cascada sin final, en una fuente que nos pone a cada cual un surtidor en la mano, en forma de teléfono. Los ciudadanos, y los medios de ... comunicación que deben ser una correa de transmisión de sus pensamientos e ideas, son muy dados a la crítica pero entendida como búsqueda de detalles a mejorar, de defectos a pulir.

El espíritu crítico es una de las más saludables actitudes de cualquier persona o colectivo pero también incluye el halago, siquiera el reconocimiento, cuando parece bien ganado. Es decir, la crítica también incluye el aplauso. Y el Carnaval es uno de los acontecimientos locales que parece más digno de este tipo de fiscalización individual. Bien es verdad que la conmemoración de este año, lastrada por un cambio de fechas y por el doloroso precedente de una pandemia como nunca conocimos, ha podido resultar decepcionante en algunos aspectos. Puede ser digna de análisis, faltaría, cierta obcecación municipal por unir fiesta en la calle con certamen en el Falla. Ha quedado claro que no era necesario juntarlos. El primero se desarrolló de forma natural en su momento y el segundo –si es que no se podía cancelar– pudo vivirse sin la necesidad de añadirle un programa de actos algo forzado. Pero ese debate, en el que todas las posturas podían ser legítimas y bienintencionadas, ya se superó. Una vez convocada la fiesta tal y como se produce no hay más que apartarse o disfrutarla y, en cualquier caso, analizarla. Más allá de las esencias tradicionales que deben volver a su cauce natural el próximo febrero, quedan dos variantes por alabar: la turística y la promocional.

El carnaval, incluso en esta variante preveraniega extraña, sirve para difundir la imagen de Cádiz como destino de visitas culturales e históricas. Además, reactiva el sector servicios que forma parte fundamental de la economía local. Aunque su impacto, sobre todo ayer, haya sido mucho menor de lo que se esperaba, si esta edición sirve para sacar lustre al cartel de sol y playas, a la caja registradora y al encanto de la ciudad como destino de escapadas cortas de visitantes nacionales, pues habrá que convenir –a la vista del aspecto del casco antiguo y el Paseo Marítimo este fin de semana– que tampoco ha resultado un estorbo. No ha sido un gran evento pero tampoco hay que lamentarlo.

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