El apunte
Un Carnaval bochornoso
«¿Hay ganas? Los grandes aficionados no tienen duda, pero la mayoría de la sociedad está a otra cosa»
Una Navidad en marzo, una Semana Santa en agosto. Una feria en diciembre. ¿Lo visualizan? Cuesta. Pues los que carecen de esa imaginación vivirán un experimento semejante a partir de este lunes cuando arranque el Concurso de coplas de Carnaval, en mayo, y culmine con ... la fiesta grande en junio. En calzonas, manga corta y con arena de la playa en las chanclas. Un Carnaval bochornoso, pero por el calor. Todo lo demás es una incógnita.
¿Hay ganas? Esta pregunta tan habitual y subjetiva recibe respuestas por lo general extremas. Los grandes aficionados cuya banda sonora del año es el Carnaval quieren, necesitan, renovar su repertorio con nuevas creaciones dos años largos después. Disfrutarían en un COAC perpetuo e infinito. En un símil futbolístico, representan esos fieles que acuden al Estadio ya esté su equipo en Primera o Segunda B. ¿El resto? Pues la mayoría está a otra cosa. Fiestas de la primavera, temporada de chiringuito, comuniones, fin de curso, estudios y oposiciones, el viaje en vacaciones... el ser humano se siente cómodo en la rutina, tiene su vida calendarizada y sufre cuando le alteran sus hábitos. Y cuanto más viejos, peor.
Así que, con todas las dudas posibles pues aguarda algo nuevo y desconcertante, de las pocas certezas es que será un (pseudo)Carnaval muy gaditano. Ni mejor ni peor, para bien o para mal, y perdonen la equidistancia. Los sectores más conservadores clamaban por esa vuelta al pasado, a la esencia, que se estaba extraviando en la algarabía y la multitud. La expolsión y expansión del Carnaval a partir de los 90 ha provocado que esta fiesta de carácter provincial atraiga a numerosos seguidores especialmente de Andalucía. Tanto a cantar como a vivirla. Y ello conlleva un Concurso excesivamente largo y mediocre con la mercantilización e internacionalización de la copla y la incomodidad por multitud de los días señalados en la gran Semana. 2022 será su año.
A cambio, representa un duro golpe para quienes defendían la implementación de una industria del Carnaval que funcionara como motor económico en una tierra tan deprimida. Un revés para los que batallan por otorgarle un mayor status, logrando que sea nominado como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Este año será una pausa que esperan sea un breve paréntesis.
Muchas grandes y pequeñas decisiones, y esta de desplazar la fiesta es muy arriesgada, suelen acarrear consecuencias imprevisibles y que serán cotejadas a medio largo plazo. Este Concurso experimental probará la fortaleza de la fiesta grande gaditana; es una encrucijada, cruce de caminos, con muchas excepciones que se podrían convertir en norma, y cuyo rumbo es impredecible.
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