El Apunte
El caos inevitable del carnaval
La ciudad se dirige hacia un sinsentido en el que convivirán dos carnavales y en donde el espectáculo acabará perjudicado
Quienes transitamos por estos días hemos contemplado una sociedad en la que conviven dos reyes y dos papas. Cádiz no ha querido ser menos y tendrá, amén de la gestión del Ayuntamiento, dos carnavales. Lejos de ser una bendición que alegre al amante de la ... copla y la fiesta, supone una condena para todos los colectivos, empujados a un esquizofrénico 2022 en el que habrá que desdoblarse o elegir entre la fecha que quiere el resto de la humanidad y la que ha decretado el equipo de Gobierno.
El Ayuntamiento de El Puerto se sumó ayer al pelotón de los que quieren mantener la fecha de la fiesta en su sitio, en febrero, dejando aún más solo al alcalde de la capital. Los romanceros ya han anunciado que no se mueven de febrero y han solicitado al Ayuntamiento que se organice su concurso antes de Cuaresma. No tendría sentido que el resto de espectáculos puedan llenar el Falla (como en el caso de ‘Clandestino’, sin ir más lejos) y los carnavaleros tengan que quedar marginados. Pero tampoco será lógico que los apóstoles del cartón y la rima gamberra se encuentren separados de sus compañeros de cuartetos, chirigotas, comparsas y coros. Los mismos que, en una proporción mayoritaria, también han dicho que la fecha impuesta no les convence...
En definitiva, un caos que se agranda por días y en el que el Ayuntamiento está consiguiendo tener a todos en contra. Incluso al propio Ayuntamiento, que ya ha dejado a relucir en un par de ocasiones que puede que se haya equivocado tomando la decisión. Un fallo que, no obstante, ya han anunciado que no piensan enmendar a pesar de los problemas que va a traer a todos. Un carnaval oficial y otro carnaval en la calle forman parte de un futuro distópico que sólo este impredecible equipo de Gobierno podía proporcionar.
Si humano es equivocarse, es de sabios rectificar y aún el Ayuntamiento está a tiempo para hacerlo una vez que se están pronunciando los distintos colectivos. Lo que no podrá hacer, o sí, es una vez que llegue febrero sorprenderse porque los ciudadanos se echan a la calle y no hay servicios básicos o lamentarse de que, en junio, no se respire fiesta. Eso sí, en esta ocasión tienen nueve meses para decidir a quién le echan la culpa.
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