El apunte
Cádiz es un meme
La risas por el despropósito de la cabalgata es lo superficial, pero alimenta ese poso de desidia, de indolencia, de desaliño y descuido que marcan el paso en esta ciudad decadente

Resulta divertido. Es gracioso, sin duda. Saca una sonrisa, si no la carcajada, y eso es un regalo en tiempos tenebrosos y casi apocalípticos. Ese oso polar con el cuello desencajado, algo ‘perjudicado’ como lo define maravillosamente Yolanda Vallejo en su comentario en la televisión ... municipal, y que termina con sus ropajes hechos un guiñapo junto a la marquesina del autobús. La momia terrorífica para deleite de unos pequeños a los que costará diferenciar entre la Navidad y Halloween, y que hasta ha provocado la sorna en el mundo del heavy metal y los seguidores de Iron Maiden. Las princesas Disney de trazo grueso y con la asiática Mulan tiznada de negro. Esa muñeca que se desinflaba y había que esperarla a que cogiera de nuevo vuelo, cuerpo y espíritu...
«Esto es Cádiz», se puede leer en las redes. «Lo que no pase allí», arde ‘whatsapp’ con mensajes de amigos, familiares y conocidos de toda España. «La carga supera a la pena», «es que esto sólo puede pasar en Cai». Jajajaja, jijiji. Qué razón tienen. Esto es Cádiz. Un meme.
La risa es lo superficial, pero alimenta ese poso de desidia, de indolencia, de desaliño y descuido que marcan el paso en esta ciudad decadente. El oso estrangulado, la momia, las princesas cabezudas, el cortejo indigno para una capital de provincia, son vitamina para aquellos que miran a esta tierra con su puntito de arrogancia. Porque es el paradigma del ‘¡y qué más da’, ‘eso mismo’, ‘si nadie se va a dar cuenta’. Total, ‘si esto es Cádiz’.
La cabalgata de los Reyes Magos de este 2022 contempla numerosas lecturas en diferentes planos. Parte desde el primer nivel, el jocoso (el fácil, el de consumo rápido, el de masas, el viral), pero encierra un ataque a la tradición y los valores conservadores, a una festividad religiosa que no les gusta a los actuales mandatarios.
Avanza por el camino de la holgazanería y la pereza, continúa por el sendero de la mala gestión y la negativa a gastar en lo que no interesa, y desciende hasta tocar lo más profundo, el complejo del gaditano, que siempre lo oculta tras un chiste, una broma o una sonrisa. La inexplicable aceptación de la inferioridad, el estereotipo adjudicado que se ha asumido a cambio de unas risas y una palmada como limosna.
Porque después de todo esto querremos que nos tomen en serio.