Cádiz huele y duele

Barrios como el de La Laguna en Extramuros se sumen en la suciedad y el abandono mientras el alcalde cruza el puente para gritar en una lucha en la que poco o nada puede hacer

Cádiz está sucia. La Cádiz de los gaditanos. No esa maravilla reluciente que brilla desde su malecón del Campo del Sur hasta la Caleta, en su paseo de postal. Ese es el escaparate. Pero por dentro, huele. Y duele. Los barrios más populares de la ... ciudad están sumidos en el abandono, rebosantes de excrementos de palomas, orines de perro, pintadas en sus muros, aceras deterioradas, bancos rotos, malas hierbas en sus jardines, rejas abiertas y oxidadas...

LA VOZ publicaba este domingo un reportaje fotográfico sobre La Laguna, el distrito más poblado de la capital. Podría ser cualquiera de Extramuros, de Puertas de Tierra a Cortadura, pero esta vez le tocó el repaso a las calles de los 19 pintores. No necesita ni texto, las imágenes traspasan esta partitura que suena a réquiem tanto como las voces de sus protagonistas.

La labor de un Ayuntamiento, de un alcalde, se cimenta sobre tres pilares básicos: limpieza, mantenimiento y transporte. Que la ciudad esté presentable, funcionen sus servicios y crezca con sus proyectos urbanísticos, pues otras competencias (sanidad, educación, empleo, seguridad...) se escapan de su administración. Primero hay que gestionar, que trabajar. Luego, uno puede divagar sobre la II República, el Descubrimiento de América o el sexo de los ángeles. Incluso puede ‘tuitear’ como el hincha de un equipo de fútbol mientras se pasa de puntillas sobre el caso Cala y su acusación por racismo. Pero primero hay que cumplir con la ciudad.

Y desde San Juan de Dios hace tiempo que no cumplen con sus vecinos. Esos que aseguran que sus calles y plazas «dan asco», que hasta tienen que limpiar ellos mismos los alrededores de casas y tiendas porque «nos están dejando morir».

Mientras, José María González cruza el puente para ser protagonista y salir en la foto y en la tele, voceando contra los cierres de Airbus, una situación en la que su incidencia es mínima. Y siendo generoso. Lástima que, cuando estaba soltando su proclama populista, fuera la alcaldesa de Puerto Real y no un vecino de Cádiz el que le pusiera una mano en el hombro y le dijera: «Perdona, que los de Cádiz estamos aquí atrás». Muy atrás.

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