Por Cádiz, en carnaval, no se puede
La organización de actos y espectáculos por parte de los ayuntamientos de la provincia deja a las claras la falta de implicación municipal
El virus que provoca la infección por Covid es caprichoso y huidizo. Tanto, que se ha vuelto peligroso en unas localidades de la provincia de Cádiz y en otras, no tanto. Así, viendo al cantidad de actos que se han organizado para celebrar el carnaval ... por toda la provincia, cabría preguntarse si sólo la capital es susceptible de sufrir contagios, dada la ausencia de actos organizados por el Ayuntamiento. Ironías aparte, este fin de semana ha supuesto la confirmación de lo que desde estas páginas se ha denunciado en innumerables ocasiones. Además de la falta total de pericia para resolver los problemas de la ciudad, el Ayuntamiento tiene una morrocotuda carencia de compromiso y de capacidad de trabajo.
Porque la voluntad por parte de todos los agentes sociales implicados para que el carnaval en la calle fuera un éxito ha quedado de manifiesto. Todos han puesto de su parte para que los gaditanos y los visitantes pudieran resarcirse del año de coplas perdidas. Pero desde el Consistorio no se ha hecho más que organizar unas reuniones en las que sólo se ofrecían compromisos pero ninguna solución. La última tomadura de pelo fue la de un bando municipal más propio de un poeta o de un filósofo que de un gestor. Porque el aficionado al carnaval no necesita que le recuerden su derecho a ser feliz o que le digan, con superioridad de catequista, que hay que portarse bien. Requiere que se refuercen las líneas de autobús, que se dé puntual información de dónde están las agrupaciones y que se instalen urinarios públicos en cantidad suficiente –como se había hecho, con notable éxito, en años anteriores–.
Este fin de semana los carnavaleros han podido disfrutar del trabajo que han realizado ayuntamientos como los de El Puerto (PP-Cs), Chiclana (PSOE), San Fernando (PSOE) o Trebujena (IU), pero se han quedado huérfanos en la capital porque con Kichi, Cazalilla y el resto del equipo de Gobierno, no se puede. La frase de que el carnaval iba a ser una fiesta autogestionada ha pasado de ser una broma a una triste realidad. Una muestra más de la decadencia de la que era la capital del carnaval, que ahora mira con envidia a los municipios de alrededor por disponer de una clase política a la altura de lo que pide el pueblo.