A cada problema, otro problema
En lugar de solucionar el conflicto con la Policía Local, que deja las playas sin protección, el Ayuntamiento vuelve con su afán de cambiar el nombre al Estadio
Como un tahúr... ¿dónde está la bolita? Como un prestidigitador que saca el conejo de su chistera, igual que un ilusionista el cual siempre tiene un as bajo la manga. Cádiz tiene un problema (en realidad, demasiados) y es la falta de seguridad por el ... conflicto latente entre el Ayuntamiento y la Policía Local. Una guerra de mirada corta y largo alcance, sin atisbar en lontananza un pacto o la capitulación. Será difícil que alguien enarbole la bandera blanca.
Otro verano más sin agentes en las playas, a principios de junio ya hasta la bandera (azul), imaginable lo que ocurrirá en los tórridos julio y agosto. Este curso además sin los vigilantes de la playa pero con las mismas restricciones por la pandemia, porque al contrario que los agentes, el virus sigue aquí. La ausencia de representantes de la ley y su efecto disuasorio multiplica los desórdenes, las trifulcas, las peleas y hasta los robos, con los empresarios teniendo que contratar seguridad privada. Otro gasto más para quedarse a cuadros, como la bandera.
Y entonces... ¡voilá! El gobierno municipal no sólo no soluciona este problema sino que crea otro para envolverlo en su bandera morada del resentimiento. El cambio de nombre del Estadio Carranza. La ¿preocupación? del gaditano de a pie, que no tiene suficiente con el virus asesino, el paro estructural agravado por la crisis económica y social y la incertidumbre sobre su futuro.
Desde este lunes los ciudadanos empadronados en Cádiz (no los cadistas) podrán votar por la nueva denominación de su templo futbolístico. Un desafío para con aquellos que cada dos domingos enarbolan su bandera amarilla y nunca, hasta hoy, han relacionado su estadio con el franquismo. Más bien el campo tenía nombre de puente para la inmensa mayoría.
Juego de trileros, habitual en los dirigentes municipales de la capital gaditana. Ante la falta de soluciones, más problemas. Cuando alguien señala un conflicto, cambio de foco. Así se acumulan en el cajón las tareas pendientes, como si lo que se guarda desapareciera, lo que no se ve no existe.
De momento el Carranza no tiene nuevo nombre, pero las playas sí: inseguridad, desprotección, descontrol. Muchos. Sólo hay que prestar oídos sobre la arena para saber que a los gaditanos les dan igual las razones de unos y otros, sus batallitas internas y sus disquisiciones técnicas: nada más que piden disfrutar de un servicio por el que pagan religiosamente sus impuestos. Que ya esté bien que en la Caleta, Santa María, Cortadura y la Victoria, siempre ondee esta bandera roja.
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