A cada epidemia, una revolución
Puede que la primacía de lo ecológico sea la herencia que deje este episodio sísmico que todos vivimos
![La Voz de Cádiz: A cada epidemia, una revolución](https://s1.abcstatics.com/media/opinion/2020/05/13/v/cadiz-kxOG--1248x698@abc.jpg)
Este Gobierno, que ha tenido que ponerle nombre a las cosas relacionadas con el coronavirus (un cataclismo sin precedentes, que solo esperaban unos cuantos iluminados y que ha trastocado absolutamente nuestras vidas), ha llamado « nueva normalidad» al final del desconfinamiento, es ... decir, a la etapa en que, tras haber sido provisionalmente vencido el patógeno, quedemos en relativa libertad, muy condicionada por el temor que nos causará su regreso, a la espera de una solución definitiva que solo llegará de la mano de una terapia eficaz o de una vacuna segura.
Explica Julio Llamazares que Pedro García Martín, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, publicará pronto en una revista el artículo ‘ Renacer de los malos tiempos de la peste ’ en que narra los cambios provocados por las plagas bíblicas o por las grandes epidemias registradas en el periodo histórico (el tifus en la Atenas de Pericles, el cólera en la Roma de Marco Aurelio, la viruela en el Bizancio de Justiniano, la peste que causó la ruina del imperio chino Han, hasta la llamada gripe española de 1918 o el sida en épocas más recientes). Según Llamazares, que habrá leído ya el texto de García Martín, la peste negra medieval alumbró una sociedad nueva muy diferente de la anterior y un nuevo arte, el Renacimiento (Rafael Argullol); las epidemias del XIX alumbraron grandes avances científicos y económicos.
Ahora, toda la humanidad de todos los continentes ha tenido que confinarse para defenderse del vecino, del transeúnte, del semejante cuya cercanía podría ser letal. En España, una primavera voluptuosa, particularmente espléndida, ha sido el marco de un aislamiento a la vez sorprendente y amenazador, que ha dejado paisajes insólitos, atmósferas cristalinas en el centro vacío de las grandes urbes, silencios espectaculares en los núcleos más ruidosos de nuestra cultura gregaria. Esas ciudades limpias y transparentes que hora empezamos a hollar de nuevo con mucho cuidado recuerdan las cafeterías sin humo de los primeros tiempos de la prohibición del tabaco. ¿Alguien se atreverá a permitir de nuevo el hollín insalubre en las boinas de contaminación de las megalópolis?
Probablemente, la lucha contra la pandemia popularizará la batalla por un medio ambiente limpio, respirable ; hará inaceptables los humos tóxicos de los tubos de escape de los motores de explosión; impulsará una convivencia menos agresiva, más discreta y silenciosa. Puede que esa sea la revolución asociada a esta nueva pandemia.