EL APUNTE

Caballero Bonald vuelve al mar

Uno de los mayores talentos de las letras que haya dado la provincia deja tras su muerte una obra amplia y profunda que le trasciende

La Voz de Cádiz

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Cuentan los que saben, esos a los que conviene oír, que José Manuel Caballero Bonald recorrió toda Andalucía a finales de los años 60. Ya era casi un cuarentón, un hombre maduro que sabía lo que quería. Y era conocer una tierra profunda y mística. ... Intentó hacer el recorrido a través del flamenco, una de las leyes supremas de su Jerez natal, pero se encontraba con la traba de ser un burgués en un mundo calé. Supo superar la barrera a base de sensibilidad, de pasión, curiosidad y rebeldía. Fueron las normas que guiaron toda su vida. Las que le llevaron a Doñana para caer rendido a la magia inabarcable del encuentro entre el Guadalquivir y el Atlántico. Todo supo trasladarlo, con el gozo de la herida que supone vivir, a la literatura. Junto con el flamenco y el mar, la poesía, la novela, el ensayo, quizás la docencia en su juventud, fueron los vértices de su biografía, tan ancha y llena de viviencias, clausurada ayer a los 94 años en su parte física. La literaria y la espiritual, la sentimental y la emocional siguen camino a través de una obra que logró los mayores reconocimientos, del Premio Cervantes a los nombramientos de hijo predilecto en Andalucía, Cádiz, Sanlúcar y Jerez. En vida, como debe ser para alguien que siempre consiguió estar tan vivo. Privilegiado integrante de la generación del 50, resumió su reflexiva y lúcida rebeldía en ‘Manual de infractores’, ya en el ocaso de su producción literaria. Desde su etapa de estudiante de Filosofía y Letras en Sevilla aceptó un compromiso político con el Partido Comunista que le llevó incluso a prisión pese a no ser nunca militante, mucho menos dirigente. Su faceta de prosista nunca debería ser ignorada. Siquiera por ‘Ágata ojo de gato’ ya merece la memoria que le regaló el público a su mayor éxito de ventas. De padre cubano y madre con pasado aristocrático francés, siempre trató de escapar a su origen privilegiado para conocer y explicar la vida. La literatura, el flamenco y el mar (con Doñana como epicentro) marcaron su infancia según propia confesión. Como esos tres tesoros de Cádiz, Caballero Bonald permanecerá entre todos sus paisanos por los siglos de los siglos gracias a una obra generosa, amplia y profunda que les trasciende.

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