El Apunte

El botellón: antiguos problemas nuevos

No puede consentirse esa tolerancia con un fenómeno que está prohibido por motivos sanitarios y que es fuente constante de problemas

Un mantra que se oía con insistencia durante la pandemia, en sus diferentes niveles de gravedad, era aquel de que saldríamos mejores de la crisis. Ese presagio paulocoelhista, como era de esperar, no sólo no se ha cumplido sino que la nueva realidad nos ha ... mostrado la cara de una sociedad más dividida y egoísta. Los antiguos problemas han emergido de su letargo pandémico y han regresado crecidos, con ganas de quedarse y con la impunidad de pertenecer a la realidad anterior a ese fatídico marzo de 2020.

En esa caterva de antiguos males vueltos a la vida está el del botellón. Las imágenes de este fin de semana hablan por sí solas. Centenares de jóvenes volvieron a concentrarse en el llamado ‘botellódromo’ de la Punta de San Felipe con una inexplicable permisividad de las fuerzas de seguridad, toda vez que esta práctica está prohibida en Andalucía. Al igual que los prófugos buscaban refugio en las iglesias para escapar de la Justicia en el medievo, los jóvenes parecen acogerse a su derecho de asilo en sagrado en el espacio que hay pasando las murallas de San Carlos. Puede entenderse que la muchachada, con la inconsciencia propia de la edad y con los ímpetus descontrolados tras todo este tiempo, trate de hacer de su capa un sayo y reconquistar una práctica que está, recordemos, prohibida en toda España. Y que, para hacerlo, escoja un espacio que ya tenía por suyo. Pero no es concebible que desde las distintas administraciones se les permita. La razón de que si se les prohibe concentrarse proliferarán los microbotellones suena más a excusa de quien no se atreve a coger el toro por los cuernos y buscar soluciones.

Los partes policiales de lo ocurrido este fin de semana dejan otras dos cosas claras. Que la Policía Nacional necesita apoyo para realizar su labor, que en ocasiones pone en riesgo a los propios agentes. Y que el conflicto entre la Policía Local y el Ayuntamiento no puede seguir prolongándose. La testarudez del equipo de Gobierno con la negociación de la RPT está siendo contestada por la plantilla de la Policía Local con la falta de servicios voluntarios, en una prolongación de lo vivido en las playas este verano. Los problemas de antes, como con el botellón, se alargan en una nueva normalidad en la que las víctimas, como siempre, somos los ciudadanos.

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