Ayudar a los que quieren ayudar
La manifestación de Jusapol refleja las carencias de una administración que obliga a los agentes a pedir refuerzos
Es una situación inaudita, extraña, irreconocible dentro de las protestas laborales. Lo normal es que quienes se manifiesten pidan trabajar menos horas o más sueldo. Pero pocas veces los que salen a la calle lo hace para reclamar que se pongan más medios para que ... el producto de una determinada empresa sea más efectivo. Pues ése el caso de la movilización que ha convocado para hoy Jusapol, en el que los trabajadores (que es lo que son policías y guardias civiles) reclaman a la empresa (la Administración pública) mejores medios para que el producto (la seguridad de todos los ciudadanos) sea la mejor posible. Y no se entiende cómo se llega a esta situación.
Que los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado son de otra pasta es algo que no hace falta repetir. Por encima de su comodidad está su compromiso con la ciudadanía, con la seguridad del contribuyente, algo que se ha visto comprometido en el Campo de Gibraltar. Están cansados de recibir buenas palabras de los diferentes gobiernos cuando lo que precisan es de más material y de más compañeros, tanto en la Guardia Civil como en la Policía Nacional, para poder acabar con la lacra del narcotráfico y, por extensión, con la criminalidad que éste lleva aparejado. No reclaman mejoras personales, simplemente que les permitan hacer su trabajo lo mejor posible.
Es pues obligatorio, en este contexto, que la administración atienda sus demandas y les facilite los medios necesarios para poder poner a raya a quienes llevan demasiados años campando a sus anchas por los barrios del Campo de Gibraltar. El caso de La Línea, en donde falleció hace unos años un policía local murió atacado por unos narcos, pone muy a las claras la necesidad de que se dote de mayores recursos a estos defensores del orden que, en definitiva, son los defensores de todos nosotros.
Hemos leído y oído en infinidad de ocasiones a los miembros del Gobierno, desde el ministro Marlaska hasta el subdelegado José Pacheco, decir que la impunidad no va a ser una opción en la región más meridional del continente europeo. Pero las palabras no detienen las embestidas de los narcos ni sirven de parapeto de las piedras de quienes les defienden. Hacen falta medios y eso sólo se consigue con tres ingredientes: dinero, dinero y dinero.
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