El apunte
Andalucía por encima de todo
Los candidatos a la presidencia han de entender que esta tierra debe estar por encima de nombres, de siglas, de jerarquías
Las elecciones andaluzas ya se atisban en el horizonte. 19 de junio. En un mes se decidirá el futuro de nuestra tierra. Y el panorama es desolador. El candidato socialista Juan Espadas, absolutamente desnortado como su partido, es presa de la gestión negligente de su ... líder Pedro Sánchez, cuyo gobierno ya más que Frankenstein es Drácula por cómo vampiriza los demás poderes del Estado en favor suyo y de sus socios de Gobierno.
La izquierda a la izquierda hace bueno el dicho de donde hay tres ‘zocatos’, hay cuatro partidos. Teresa Rodríguez ya va por libre con su idea nacionalista de izquierdas, un oxímoron en sí mismo, y ha hecho campaña por todas las ferias prometiendo una papeleta con su rostro impreso negro sobre blanco. Podemos e Izquierda Unida protagonizaron un esperpéntico ‘De Gea’ y ahora intentan repartirse un pastel sin contemplar que puede quedarse en migajas. Y Vox se encomienda a una espídica Macarena Olona que ya no es que sea cunera, es que se ha empadronado en la casa de su líder andaluz para poder presentarse a los comicios.
Esta imagen dista mucho de la reflejada por la Comunidad en estos últimos tres años largos. Andalucía ha dado un paso hacia la modernidad y se empieza a consolidar como un referente en muchos apartados, no sólo en el turístico, donde ya ha recuperado niveles de ocupación prepandémicos. El sur quiere interpretar ese papel protagonista que merece por amplitud y población, y no el de reparto que le asignaron hace casi un siglo.
Juanma Moreno (gracias en parte a la muleta ‘ciudadana’) ha hecho de la moderación su principal virtud, huyendo de las luchas fútiles tan perjudiciales para esta tierra. La clave para asegurarse la confianza y el respaldo de la ciudadanía es tan diáfana como difícil de cumplir: ‘Andalucía, the first’. Lo primero, por encima de nombres, por encima de siglas, por encima de jerarquías.
El votante mayoritario, no el sectario, se desmarca de batallas ideológicas y debates inocuos. Tan sólo necesita que sus prioridades mínimas anden cubiertas, poder vivir bien y en libertad, y cuanto menos le molesten, mucho mejor. La oposición, que durante cuatro décadas lo tuvo atado y bien atado, parece aún noqueada tras el golpe de hace cuatro años, inmersa en su reconstrucción, con serios problemas de identidad y proyectando en ocasiones una imagen de Andalucía que ni se cree ni se merece. Y sólo queda un mes.