EL APUNTE
Alérgicos a la responsabilidad
Un fiasco tras otro, el Ayuntamiento siempre encuentra una mano negra oculta a la que culpar: ahora son ‘hackers’ de ultraderecha

Cuando el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cádiz logra algún avance o acierto en la gestión –aún no se ha dado el caso aunque sus dirigentes creen que sí–, los concejales, el alcalde accidental y el ausente se arrogan todos los méritos y la ... responsabilidad. Cuando, en cambio, algo se tuerce o se paraliza –la lista de ejemplos coparía todo este espacio– resulta que la razón está en algún perverso enemigo, siempre anónimo y escurridizo, lejano e indetectable. Ya sea la venta del hotel del estadio Carranza o el cambio de nombre del recinto deportivo (no les trae muy buena suerte el feudo cadista), se trata de buscar una «mano negra» (David Navarro dixit) o un grupo de «hackers de extrema derecha» (Demetrio Quirós) que no se sabe si están asociados a los negacionistas de la pandemia, a Donald Trump o a Marine Le Pen pero que se han confabulado para boicotear el cambio de nombre del campo de fútbol porque no tienen mejores causas en las que combatir en el planeta .
Mejor buscar a quien señalar, sin rostro ni nombre, que asumir la realidad: el proceso de cambio de nombre es un capricho ideológico hecho a espaldas de la ciudadanía y la afición , con un método chapucero que ni siquiera son capaces de controlar. Pero mejor apuntar a fantasmas en la oscuridad de la red. La teoría de la conspiración (también conocida como «todos me tienen manía») tiene múltiples ventajas. Una de las mayores es que su uso es ilimitado. Una persona, un colectivo o una institución puede achacar a las pérfidas acciones de esa mano negra –-nunca identificada– cualquier calamidad que le suceda, cualquier error o negligencia, todos los incumplimientos y hasta la pereza. Todo lo que salga mal viene a ser obra de los perversos hilos de unos seres malignos, ultraderechistas en este caso, que se reúnen constantemente a conspirar contra la causa, sea la que sea. En este caso, el absurdo de quitarle el nombre de Carranza al que siempre será estadio Carranza. Los malos, que no tienen nunca nombre ni rostro, ponen zancadillas a todo lo que se haga. El Ayuntamiento de Cádiz, su equipo de gobierno, ha perfeccionado esta vieja técnica hasta convertirla en una especie de mantra, en una letanía que cubre todas las semanas de cada mes. El PSOE bloquea, la prensa miente, manipula, el PP boicotea, Ciudadanos frena, la ultraderecha ‘hackea’... El equipo de Gobierno no ha podido o no ha sabido cumplir sus compromisos. Ni siquiera en este caso. Pero la responsabilidad siempre es de otro.