El apunte
La alegría del comercio se va
Otro cierre de una gran marca deja el centro de Cádiz huérfano mientras los servicios básicos están abandonados
Las calles más comerciales de Cádiz están a oscuras . Cada vez más solitarias y tristes. A la estampida de turistas internacionales y la bajada de los nacionales se une el temor de los vecinos al contagio, al paro, a la falta de ingresos.
El resultado de la suma es una decadencia en forma de carteles de cierre, traspaso y traslado que se ponen en fila india en las aceras por las que pasea cualquiera con el ánimo en los pies. A falta de que la industria o el sector primario vuelvan a ser lo que fueron (si vuelven a serlo alguna vez porque también reaparecen las barricadas sintomáticas) muchas ciudades como Cádiz fiaban buena parte de su empleo y su microeconomía a dos factores: turismo y comercio, agrupados en el denominado sector servicios.
Pero resulta que están encadenados. Si no hay empleos estables, aquí o fuera de aquí, los consumidores desaparecen presa del temor. Los comerciantes no ingresan lo suficiente y el castillo de naipes se derrumba, aplastado por el peso de la lógica y la evidencia. En el caso de Cádiz, la situación se agrava por la falta de estímulos en forma de limpieza, aparcamientos y facilidad en los transportes públicos.
Con un Ayuntamiento inmerso en mil batallas políticas estériles y ajeno a la gestión de los servicios básicos, a la crisis sanitaria y económica se une otra política. Quieren arreglar la internacional y abandonan la esencial. Nadie se plantea visitar una ciudad o una zona comercial desangelada, triste, de aspecto sucio, decadente y oscura, con más puertas y escaparates cerrados que abiertos.
Ya se hable de un hotel (están cerrando en cadena), una feria gastronómica, de Carnaval o del programa entre lúdico y consumista que rodea a las extrañas fechas navideñas venideras. Nada será suficiente ni ofrecerá atractivo. Sin actuación en el estacionamiento y en el mantenimiento, además de la pérdida de confianza y poder adquisitivo, es difícil que haya retorno de ingresos en forma de visitantes, de consumidores o de gasto familiar. Los palos se acumulan.
Bershka anuncia el cierre , en pleno corazón del circuito comercial del casco histórico, como poco antes lo hicieron Zara o Lefties. Van a buscar zonas más accesibles y frecuentadas, más apetecibles, limpias y comunicadas. Con su marcha, dejan un reguero de desempleo y de tristeza. La ciudad ha perdido la alegría con aquellos que la pregonaban.
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