14 de marzo, fecha señalada para siempre

Hoy se cumple un año del inicio del Estado de Alarma, forma oficial de la pandemia. La enfermedad ha cambiado la sociedad de forma irreversible

Ha pasado un año desde entonces, 14 de marzo de 2020. Nunca olvidaremos la fecha. Un año que ha volado pese a la plomada insoportable de arrastrar 366 días interminables –sí, fue bisiesto para gozo de supersticiosos–. Un año desde aquel día de recuerdo difuso, ... diverso, en el que la vida de todos nosotros cambió como no sucedía desde los grandes conflictos bélicos, internacionales o de cada país. De repente, nos recluimos por obligación o temor, incluso por las dos cosas. El transporte mundial, el tráfico cercano, todo, se congeló. Estaba mal salir de casa sin la bolsa de la compra y el balcón, la ventana, era la única posibilidad de curiosear cómo arreciaba la primavera. Aplaudimos un poco. Nos enfadamos pronto. Tanto como antes. Han pasado doce meses desde que comenzaran las medidas contra la pandemia, en distinto grado, y parece como si siempre hubiéramos tenido como horizonte único las paredes, un pedazo de cielo y la vivienda de enfrente. Límite horario para todo, controles policiales, trabajo en casa el que lo tenga, ERTE, colas a cada paso, higiene máxima, libertad mínima, mascarilla de diario pero sobre todo temor y dolor, pérdida, enfermedad. Habrá que esperar, años, para conocer las cifras exactas. Por ahora se aventuran 70.000 muertos en España, casi 1.300 en la provincia, mayores en un alto porcentaje. Fallecidos en soledad, sin el consuelo y la compañía de los seres queridos, sin despedida. Con los profesionales sanitarios reventados y el resto de trabajadores temiendo dejar de serlo. Después de un año de renunciar a compartir tiempo, vida, mesa, celebraciones, cultura, ocio, alegría y abrazos con seres muy queridos, comprobamos que no hemos aprendido mucho. Siguen quedando los mismos, pocos, irresponsables, insolidarios, y una enorme mayoría de ciudadanos cumplidores, atenazados, esperando vacuna mientras los dirigentes públicos se dedican a lo suyo (mociones de censuras, insultos, demagogia, campañas, candidatos, independencias, insultos cruzados...). Hay que confiar en que cada vez queda menos para recuperar nuestra esa normalidad añorada que también criticábamos, habrá que redoblar la paciencia pero ya nada volverá a ser igual. Nunca lo es. En la sangre, aún con anticuerpos, quedarán restos de miedo, ruina, desigualdad, abuso empresarial o farmacológico, de inactividad. Los que vivan el 14 de marzo de 2022 podrán hacer el próximo balance.

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