José María de Areilza - OPINIÓN

‘Brexit’ por las bravas

Mi impresión es que aumentará el número de los partidarios de celebrar un segundo referéndum y en el minuto final evitar la ruptura

La decisión de abandonar la Unión Europea tiene costes altísimos, como pone de relieve la difícil negociación del ‘brexit’ . Un año después del referéndum, tanto en el partido conservador como en el laborista han conseguido imponer sus puntos de vista los partidarios de mantener la relación más estrecha posible con la UE. Con el tiempo, mi impresión es que aumentará el número de los partidarios de celebrar un segundo referéndum y en el minuto final evitar la ruptura .

Pero si en vez de un Estado miembro con gran capacidad negociadora y peso internacional como el Reino Unido es una región europea la que se dispone a salir de la Unión, al escindirse y convertirse en Estado independiente, y pretende hacerlo por las bravas, negando la Constitución, desafiando la legalidad vigente y confiándolo todo a la vía de hecho, el abandono de la UE adquiere dimensiones catastróficas.

No hay un artículo 50 del Tratado que dé cobertura a una negociación en tal caso y la salida es automática. No se puede esperar además comprensión por parte de las instituciones de Bruselas y de los socios comunitarios a quien ha despreciado hasta tal punto los ideales del Estado de Derecho, centrales en el proyecto europeo, que se vería relegado al último puesto de la larga cola del proceso de ampliación. Los efectos de la desconexión del mercado europeo, la moneda común y las políticas europeas empezarían a notarse desde el momento de la independencia.

Viene a cuento esta observación al leer las afirmaciones engañosas sobre la permanencia en la UE que hace la llamada ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la república catalana . Este texto surrealista dispone que el derecho de la Unión Europea mantiene su naturaleza y su posic ión respecto al derecho de la Cataluña independiente. En la interpretación más benévola se trata de un brindis al sol , que no debería confundir al ciudadano profundamente preocupado por los inasumibles costes de la doble desconexión de España y de la Unión.

La Comisión Europea ha establecido que una región al escindirse de su Estado miembro sale de forma inmediata de la UE y que los Tratados y el Derecho de la UE dejan de tener efectos en ese territorio, que queda fuera de la frontera europea. Ningún Estado miembro, por otra parte, favorece la ruptura interna de un socio, por el temor al efecto contagio y al resultar contraria a los ideales europeos.

La integración del continente, el mejor proyecto político de los últimos 70 años, tiene como objetivo unir, hacer compatibles las distintas identidades políticas y culturales y gestionar la interdependencia de forma civilizada, con diálogo y respeto de las reglas del juego. Esta es la visión ética de fondo del europeísmo . No ampara ni tan siquiera reconoce a movimientos radicales como el actual independentismo catalán, basados en enfrentar a unos europeos con otros.

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