Un barquito lleno de ERE y cocaína
Malversar 680 millones es como meter un alijo de 700 kilos de 'farlopa': se llega poco a poco, paso a paso, delito a delito
Hay días en que uno ve el periódico y cree que vivimos en una actualidad caótica, donde una noticia se parece a la que tiene al lado como unas semillas de chía a un chicharrón chiclanero. Y, sin embargo, situaciones que creemos alejadas como los ... sueños de los pobres están tan juntas como coristas en batea. O como gaditanos en freidor un dominguito de sol.
Esta semana, LA VOZ ha entregado sus premios anuales. Uno de ellos lo ha recogido el comisario provincial, Antonio Ramírez, que me regaló lo que llamo una ‘entrevista iceberg’: lo que ve el lector es la décima parte de lo que te cuentan y lo mejor tiene que quedar oculto para siempre. Entre otras cosas, analizando el tráfico de drogas en el Campo de Gibraltar, me decía: «Nadie está en una oficina y, al día siguiente, trata de meter 700 kilos de cocaína en un barco; es un proceso progresivo, quizá empiezas con el tabaco, te sientes impune, y vas subiendo». Con la sociedad pasa lo mismo, «primero se mira para otro lado, permites hasta que descubres que el problema ya se ha ido de las manos».
Un día después de que se entregaran los premios, se conocían las sentencias de la causa política de los ERE. O lo que es lo mismo, se dijo quién había repartido la panoja y su nivel de culpabilidad. La feria de esta corrupción malversó 680 millones, mucha guita por mucho que le gustara la manzanilla a los invitados. La sentencia indica que durante años, poquito a poquito, suave, suavecito, se fue regando el campo de votos sisando el agua del botijo de todos. No querían tanto meter la mano en la bolsa como no sacar de la poltrona el trasero.
Y es aquí donde, como en un número del gran Tamariz, se descubre la relación entre la polémica política y nuestros tradicionales traficantes. Al igual que uno no pasa de currar en la copistería de su padre a asaltar el tren del dinero en un mes, nadie es un honrado presidente un lunes y un chorizo de tomo (II de la instrucción) y lomo el jueves. Es un proceso largo y, como Andalucía, imparable. Una escalera de hediondez en la que, cuanto peor huele todo, más perfume se lleva y mejor traje. Quien no sabe ganar partidas y padrinos ni es presidente ni llega a papa. Se queda de cura de pueblo o concejal de Fiestas. Si, como dice Eslava Galán, de obispo para arriba nadie cree en Dios, es posible que de chófer oficial para arriba nadie crea en la política. Y para subir, ya saben, se da cierta concesión menor a un amigo, información a un financiador, ayudas a los que manejan lo que muchos opinan... y al final, te pillan los chicos del comisario Ramírez con un barco con 700 kilos de ERE de contrabando.