Antonio Ares Camerino - Opinión

Balance

Este año que nos abandona será recordado por la provisionalidad, la incertidumbre y la inseguridad

Algunos lo llaman paréntesis, otros tiempo de reflexión, los hay incluso que se atreven a frivolizar y lo denominan con sabor a chocolate crujiente ‘kit kat’. No es ni más ni menos que ese tiempo en el que decidimos evadirnos de lo que nos rodea y miramos a nuestro interior. En lo personal, en lo familiar, en lo laboral, incluso en lo social.

Ese tiempo entre la fiesta culmen de Adviento y el día de San Silvestre es propicio para hacer balance. De nuestras acciones y nuestras omisiones, de aciertos y de fallos, de logros y de fracasos. Este año que nos abandona, por qué nos tuvimos los arrestos de abandonarlo nosotros a él, será recordado por la provisionalidad, la incertidumbre y la inseguridad. Por las luchas internas en los partidos mientras la ciudadanía perdía la oportunidad de resarcirse de tanta miseria.

Nuestros políticos, servidores públicos elegidos por nosotros con los ojos cerrados, no han sido capaces de restituir ninguno de los derechos que, ganados con el esfuerzo de generaciones, nos han sido cercenados. Balance en un mundo que en el último año ha quemado el equivalente a la superficie de diecisiete millones de campos de fútbol y que ha lanzado tres mil millones de toneladas de dióxido de carbono . Donde más de cincuenta millones de personas se han tenido que desplazar por problemas relacionados con desastres medio ambientales.

Balance en fronteras que rechazan a los que vienen ofreciendo su vida a cambio de cobijo, de una guerra mundial que no repara en frentes abiertos. De víctimas que acuden a un mercadillo navideño, a un espectáculo de fuegos artificiales o esperan a las puertas de centro sanitario.

Balance de una pobreza infantil que bate récord, de unas tasas de paro que llaman a la desesperación más irreverente. De una solidaridad de los que menos tienen que ha sido capaz de sacar los colores a gobernantes, organizaciones internacionales y ricos sin conciencia. Balance de xenofobia y populismos rancios , de conservadurismo de visión corta que piensa que de fuera sólo viene la mancha negra.

Balance en un año en el que se ha batido la marca en el número de llamadas al teléfono 016, «que no deja rastro en la factura de teléfono». Balance de una ciudad con una Navidad a oscuras , en la que los únicos destellos de luces han sido los deseos de los niños que aún esperan ilusionados que algo sea de color verde. Que en la Noche de Reyes agradecerán con una sonrisa lo que Sus Majestades les tengan a bien regalar. De poca alegría en las calles , de un comercio en retirada que sólo responde a las palabras se vende o se alquila y que se ha dejado ganar la batalla por chinos y franquicias. De una ciudad algo más sucia y desesperada de tanto abandono, en la que el regocijo es un mero artificio.

Balance de que por la puerta de la esperanza todos podemos pasar con la cabeza muy alta y con derechos irrenunciables que nos dignifiquen a todos.

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