El Apunte

Las ayudas ya ni llegan

Tras años de dar mal uso a un caudal de millones en planes industriales, este año se quedan en el cajón

La Voz de Cádiz

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Sólo faltaba que no llegaran. Hasta ahora, los andaluces y los gaditanos éramos expertos en desperdiciarlas. Pero dejarlas pasar resulta indignante en una zona con unos niveles de desempleo propios del tercer mundo. Los acontecimientos y su frecuencia permiten que los habitantes de esta parte ... del mundo puedan considerarse expertos. Todo lo relacionado con ayudas a la creación de empresas, de la industria, y al fomento del empleo ha proliferado con insólita familiaridad en lo que va de siglo en esta parte de Europa. Cada programa de ayudas tiene una siglas y unos requisitos, un nombre, un plazo y una teórica finalidad pero todos, sin excepción, acaban en el mismo punto: Andalucía y la provincia de Cádiz conservan los mismos porcentajes, terroríficos, de paro y el mismo número de empresas que antes de la llegada de ese presunto maná. Este año, para colmo, los 80 millones de euros previstos ni llegarán, según denuncia el PP. No habrá ocasión ni de usarlos mal. A ese fracaso rotundo y nuevo se añade otro motivo de preocupación antiguo: la falta de control. El dinero de Europa ha llegado a raudales desde hace casi dos décadas pero nadie controla su buen uso. Basta con repasar nombres y episodios como Oubiña (Bahía Competitiva), de Ángel Ojeda (cursos de formación) o con el de los ERE, tan comentado y detallado en los últimos meses, con añadidos escabrosos y escandalosos como el gasto en locales de alterne. Haya o no delitos o faltas cuando llegue la sentencia, con la sagrada presunción de inocencia por delante, siempre aparece un mismo elemento: una gran cantidad de dinero se destina a una hipotética creación de puestos de trabajo, de industria y riqueza colectiva que nunca llega. Sea por torpeza, por negligencia ‘in vigilando’, por un laberinto burocrático, por mal planteamiento, por no solicitarlas en tiempo y forma, por lo que quiera pensar mejor o peor cada cual pero el resultado es idéntico: el dinero acaba en desperdicio (a falta de que la Justicia establezca si fue a parar a bolsillos de alguien) y los parados siguen sin empleo.

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