Los autos locos

Las carnes abiertas y la ilusión en lo más alto son los sentimientos actuales de los carnavaleros

Nuestro Concurso oficial comienza este próximo lunes día veinte. Las carnes abiertas y la ilusión en lo más alto son los sentimientos actuales de los carnavaleros.

Cuando cada año siento en mi nuca el aliento del disparo de salida del certamen me viene ... a la memoria aquella serie de dibujos, ‘Los autos locos’, sobre un grupo de 11 coches de carrera que competían entre sí. Pilotos locos intentando ganar el título de ‘Piloto más loco del mundo’. Pues aquí pasa algo parecido, una carrera de competición musical, literaria y escenográfica con numerosos pilotos y a cada cual más loco al que llamamos autores.

El Rocomóvil conducido por dos hermanos (los hermanos Macana) que utilizaban sus porras para todo, que bien podrían ser los hermanos Carapapas dando a diestro y siniestro con sus letras contundentes. El Espantamóvil, un vehículo extravagante con un vampiro y un ser gigante (los Tenebrosos) que parece sacado de una película de terror me recuerdan mucho a la chirigota del Bizcocho con su humor negro tan original y gracioso. En un mitad coche y mitad avión de corte antiguo, el Stuka Rakuda era tripulado por el barón Hans Fritz que ganó la carrera varias veces; me sugiere un tanto a Rafael Pastrana, con su estilo clásico y romántico pero de un incansable carácter competidor. La chirigota de Selu el auto Superconvertible conducido por el profesor Locovitch, un científico loco y cuyo auto en este caso su chirigota, podía convertirse en cualquier cosa, camaleónica y magistral. Conducido por Penélope Glamour el Compact Pussycat era un enorme coche rosa con múltiples accesorios y peligroso para el resto, una corredora que me repica mucho al coro mixto de Bayón con su inocencia camuflada como lobo en piel de cordero. Otro corredor que ganó muchas veces la carrera fue el sargento y un soldado que conducían un medio tanque medio jeep, el Súper Chatarra, con artilugios militares que me evoca a bastantes coros que hizo Julio Pardo de corte marcial y que asustaban nada más abrir la boca para mostrar sus credenciales. La Antigualla Blindada era un Sedan de los años 20 que transportaba a siete gánsteres, tan peligrosos como valientes y que bien podrían ser la comparsa de Martínez Ares que amenazan con ganar todos los años disparando hacia lo establecido y extorsionando con emociones a los aficionados con sus magistrales pasodobles. El Alambique Veloz de Arkansas era un auto de madera con una estufa de carbón conducido por un granjero que dormía casi siempre y su oso miedoso pero que ganó varias veces como sin darse cuenta. Este corredor me recuerda mucho a grupos que cuando ganan no se lo creen ni ellos y que tan solo lo consiguen cuando el jurado o la virgen se le aparecen. El superheterodino era un auto alargado y muy frágil que se desguazaba con facilidad y me recuerda mucho a esos grupos cambiantes que cada año fracasan como conjunto por ser muy quebradizos en sus cimientos. Otro auto loco como el Troncoswagen me evoca al cuarteto del Gago con su humor cínico y afilado, el cual pilotaban un leñador y un castor cuya mayor arma para coger ventaja eran los objetos cortantes. Por último, me gustaría comparar a los del auto Doble Cero conducido por Pierre Nodoyuna y Patán con los que más trampas hacen para ganar y que por cierto no ganaron ninguna carrera.

Suerte a todos y juego limpio entre nuestros locos.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios