La armada escolar contra los malditos elementos

Nuestros profesores tienen que luchar contra la ignorancia, no contra la lluvia, el calor y el frío

Dijo un poeta, cuyo nombre ahora no quiero googlear, que la poesía es un arma cargada de futuro expansivo con que te apunto al pecho. El bueno de Celaya exageró un poco, como hacen los escritores, los pescadores y los amantes que se presentan por ... Tinder. Lo que es un arma de construcción masiva, un arma cargada de presente, es la educación, más regalo del cielo que el fuego, la agricultura o el wifi gratis. El conocimiento es lo único que nos acerca a los dioses, que por eso se ponen tan quisquillosos cuando los de abajo quieren saber más de la cuenta. Ahí tienen ustedes al Dios de los judíos expulsando a Adán y a Eva por descubrir cosas y a los ángeles del PSOE haciendo lo propio con los cámaras que querían captar la protesta de una señora en el mitin de Chiclana la pasada semana.

Pero no he venido a darles la latorriana turra ni con Dios (al que no debe invocarse en vano) ni con la Junta (a la que invocarla es en vano). Como les decía al principio de la columna, es de la educación de lo que les quiero hablar, de la bendita plantación de conocimientos en unas cabezas que no deben temer que, como ha sucedido en el Celestino Mutis, el techo caiga sobre ellas. Es curioso, hasta que llegó la civilizadora Roma, el miedo de los bárbaros era también que el cielo se desplomara sobre sus cabezas.

El del Celestino Mutis es el último caso, uno aislado más del que hablan unas administraciones a las que el mal tiempo siempre les pilla con los paraguas en casa. Y, qué quieren que les diga, me importa un bledo que la responsabilidad sea del Ayuntamiento, de la Junta o del último secretario de Bruselas. Tenemos un bravo profesorado en nuestra educación pública al que mandamos al proceloso océano de las aulas a luchar contra la ignorancia, las desigualdades y la falta de autoridad, pero no contra los elementos. Calor, frío y lluvia no pueden ser tres apocalípticos jinetes que impidan brotar la hierba que nuestros maltratados maestros tratan de plantar en un campo agostado por las langostas de las redes sociales y el exceso de tecnología.

Un arma cargada de futuro, pero sin pasarse. Ya nos enfadaremos mucho en redes sociales cuando el informe Pisa nos sitúe por debajo de cualquier región y recordaremos que gaditanos eran Columela, Cadalso y Alberti. Los citaremos quizá con el miedo a reconocer que, cuando ya nada se espera personalmente exaltante del futuro, es más cómodo esconderse en el pasado.

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