OPINIÓN

Una apuesta industrial

El éxito de Navantia e Iberdrola en el campo de la energía eólica es fruto de años de trabajo

La Voz de Cádiz

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Hace apenas dos semanas que decenas de miles de hogares alemanes empezaron a recibir la energía de la gigantesca torre eólica fabricada en las plantas de Navantia en Puerto Real e instalada en un complejo del Mar del Norte. Dos semanas después, se conoce que las factorías de la Bahía luchan, en buena posición de partida, por un nuevo acuerdo para construir otro coloso, esta vez con destino a las aguas de la Bretaña francesa. En ambos casos, el promotor del proyecto es Iberdrola que parece finalmente decidido a contar con Navantia para suministrar buena parte del material necesario para estos campos de energía en el Atlántico.

Salga o no salga el encargo galo, no será el último que reciba Navantia en este prometedor sector industrial. El presidente de la compañía eléctrica, Ignacio Sánchez Galán, anunciaba hace casi cuatro años que el proyecto ‘Wikinger’ sólo era el primer de varios, sólo era el inicio de un camino largo. Ahora está funcionando en un parque eólico marino en Alemania. Esta demostración y las que vendrán suponen para Navantia su entrada por la puerta grande en el negocio ‘offshore’ y, sobre todo, la ansiada diversificación de su producción. Es decir, además de la construcción naval y la reparación de buques, los astilleros públicos pueden fabricar plataformas y estructuras para albergar los aerogeneradores y las subestaciones eléctricas.

El acuerdo alcanzado entre Iberdrola y grandes corporaciones o gobiernos de Alemania, Gran Bretaña o Francia abre las expectativas ante nuevos y grandes encargos. Son estructuras asombrosas, casi ciudades eólicas y marinas que llegan a incluir la instalación de 240 molinos de última generación en un área de 300 kilómetros cuadrados. Este tipo de parques implica también la puesta en marcha de subestaciones submarinas, que recogen y distribuyen la energía de los aerogeneradores. En este caso, la rama gaditana de Navantia también está bien colocada para abastecer parte de la sofisticada maquinaria precisa. Por eso, proyectos como el francés, aún por confirmar, el ‘East Anglia One’ o el ‘Wikinger’ en Alemania son los mejores avales para confiar en el futuro de la industria naval pesada en esta tierra. Los ingenieros de la constructora naval española llevan toda la década preparando su entrada en el mercado del ‘offshore’. Y todo apunta al éxito.

Una apuesta industrial

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