OPINIÓN
Apartamentos turísticos sí, pero...
Conviene conocer ventajas e inconvenientes de una fórmula en formidable crecimiento
La de los alquileres turísticos, la de esa mezcla entre apartamento común y habitación de hotel, sin más servicios que la limpieza, es una de las vías que más crece en el sector. El Gobierno municipal de Cádiz, en su empanada ideológica y gestora, llegó a fomentar este tipo de establecimientos en público, apoyando distintos proyectos, especialmente en la persona de Martín Vila. Unos meses después, los mismos defensores de esta fórmula tan limpísima, modernísima y democratiquísima descubrieron que tenía bastantes inconvenientes, además de ventajas.
Es cierto que, al fomentar el turismo juvenil, familiar y urbano, rompe la estacionalidad. También es muy poco agresiva para el urbanismo y el paisaje, no precisa de grandes instalaciones. Impulsa la rehabilitación de viejas fincas y permite largas estancias a personas con poder adquisitivo medio. Es cierto, pero a cambio, crea muy poco empleo (comparado con la fórmula del hotel, por ejemplo) y aún de peor calidad. Encarece los alquileres hasta expulsar a los más desfavorecidos de los cascos antiguos, a jóvenes, pensionistas o trabajadores precarios. Les empuja a la periferia.
Es el fenómeno que se conoce como «gentrificación» y que está llegando a Cádiz con unos años de retraso pero con fuerza. Con el agravante de que esta ciudad no tiene barrios periféricos ni alrededores con lo que la «gentrificación» supondría un incremento de la sangría de pérdida de población, ya es constante desde hace más de 20 años en la capital gaditana. Esta fórmula de los alquileres entre particulares, por tanto, precisa de mayores controles fiscales, administrativos, de unas claras normas de juego y de árbitros que velen por su cumplimiento.
Con esa premisa, tampoco hay que demonizar ninguna tendencia: contribuye a reforzar el turismo, que es nuestra mayor riqueza a repartir. Contribuye a que sea estable, a que los niveles de estancias y visitas mantengan cierta regularidad. Es una pieza más del puzzle. Sólo que no debe ocupar el espacio de otras, de todas. El turismo rural crece sin cesar. Los cruceros llegan con un ritmo nunca conocido a la capital gaditana y los pequeños desplazamientos familiares son cada vez más comunes. El sol y la playa conservan su fuerza espléndida en la provincia. La vía de los apartamentos permite reforzar los núcleos de Vejer, Arcos, Jerez, Sanlúcar o Cádiz. Bienvenidos sean pero en las proporciones, y con las condiciones, adecuadas.