Antonio Rivas
La media verdad
Cuando se une el cobre y el estaño se crea el bronce. Algo distinto a los dos elementos que lo forman y ya, de tal manera inseparables
Dicen que cuando se une el cobre y el estaño se crea el bronce. Algo distinto a los dos elementos que lo forman y ya, de tal manera inseparables, que nunca se podrá saber qué parte es cobre y qué parte es estaño. Viene a ... cuento esto con lo del rapero, la libertad de expresión y el motivo por el que ha entrado en el trullo. El problema es que, cuando uno crea una media verdad, crea algo que no termina de ser verdad ni mentira, y que no es fácil distinguir qué parte es cada cual.
Si además cada uno quiere quedarse con la porción que le interese, pues la polémica está servida. Si eres de un bando verás que ha dado con sus huesos en la cárcel por delicuente reincidente y con delitos diferentes, algunos de carácter violento.
Si eres de la otra orilla, sólo quieres ver que está guardado por ejercer la libertad de expresión. Además, según de qué lado estés, no vas a querer que la realidad te convenza de lo contrario. Tú tienes ya tu cobre o tu estaño al que agarrarte y punto.
Lo de la libertad de expresión, además, abre otro debate: ¿cualquiera puede decir lo que quiera con independencia de que sea verdad o mentira, o ‘mediaverda’? ¿Puede hacer apología de delitos? ¿Puede acusar falsamente de delitos? ¿Puede reprochar conductas que no son delictivas pero hacer ver que deben tener todo el reproche social? Y por último, ¿si a lo que se dice se le pone verso y música, ya es una obra creativa inatacable? Y aquí conecto con el Carnaval, donde todos nos hemos dotado de una gran dosis de libertad de expresión, y que según algunos no tiene límite.
Pues recuerden ahora como protestaban, mira por donde, algunos elementos por la parodia de una chirigota de guillotinar a Puigdemont. Los mismos que lo admitían se echan las manos a la cabeza con lo de poner un coche bomba a Patxi López. Y al revés, los que ven esto último como libertad de expresión, se mostraban intolerantes y se victimizaban por la escena de corte de cabeza con flequillo que se vio en el Falla. A mi incluso en una ocasión alguien quiso atacarme «acusándome» de llevar un pleito que no llevé. Como si, por otro lado, llevar pleitos por falta de pago fuera delito y no la profesión normal de cualquier abogado civil. Como si un abogado penalista, que nunca lo fui, no tuviera que defender a ladrones, asesinos y narcotraficantes.
En aquella ocasión hablé con un magistrado de la Audiencia Provincial, y me dijo que no me metiera en nada, que eso era la ideosincrasia del Carnaval. A eso hemos llegado. Desde entonces cada cual se quedó con su estaño o su cobre. Calumnia que algo queda. Yo en cambio incluso tuve de componente después a algún miembro de aquel grupo. Y hasta escribí de tapadillo letras para una agrupación donde cantaban muchos de esos componentes que antes cantaron contra mí. Fíjate lo que son las cosas.
Al final esto del Carnaval es como una pista de coches de choque. Es divertido montarse, pero sabes que en la pista vas a dar golpes y los vas a recibir. No te quejes de los que recibas que tú también los das ¿O no? Y de medias verdades, certezas y mentiras está esto lleno, amparadas, todas ellas al parecer, por la libertad de expresión, que convierte el cobre y el estaño en bronce o en lo que se quiera.