Antonio Papell
Mujeres, concepto y cultura
El feminismo ha sido ya asumido por la totalidad de las fuerzas democráticas
Acaba de celebrarse el domingo con la debida resonancia el Día Internacional de la Mujer , que este año no ha incluido huelga pero sí una amplia convocatoria a la movilización realizada por la Comisión 8M estatal y distintas organizaciones feministas, y ... secundada por un considerable respaldo social tan solo levemente mermado por la amenaza del coronavirus. En nuestro país, la jornada reivindicativa ha estado precedida por el anuncio de la futura Ley de Libertad Sexual, cuyo borrador acaba de ser presentado por el Ministerio de Igualdad. Los cuatro objetivos marcados para la ocasión por la Comisión 8M de Madrid han sido: combatir las violencias machistas en todos los ámbitos de la vida de las mujeres; la defensa del cuerpo y de los derechos sexuales y reproductivos; la lucha contra las fronteras y las restricciones a la libre circulación; y conseguir que todos los procesos sociales que sostienen las vidas dignas de las personas se basen en la justicia social y ambiental. Naciones Unidas, por su parte, bajo el lema «Soy de la Generación Igualdad: por los derechos de las mujeres», ha vuelto a exigir «justicia económica y derechos para todas las personas, autonomía sobre los propios cuerpos, derecho a la salud sexual y reproductiva, la erradicación de la violencia de género, tecnología e innovación para la igualdad, y empoderamiento político y liderazgo feminista».
El feminismo ha sido ya asumido por la totalidad de las fuerzas democráticas, que no pueden transigir con las diversas formas de discriminación, desde las más brutales hasta las más sutiles, que ha padecido -padece todavía en cierta medida- la mujer incluso en nuestros civilizados países. Desde el punto de vista normativo, las leyes de desarrollo constitucional establecen ya un marco de impecable igualdad, que se ha ido completando con normas que protegen a la mujer del machismo en todos sus grados y formas, potencian la igualdad en el mundo laboral y en los distintos circuitos sociales, e incluso establecen discriminaciones positivas ineludibles si se quiere llevar a la práctica los grandes principios -la obligación de cuotas en los consejos de administración de las empresas y en los órganos políticos corporativos, por ejemplo-. Sin embargo, queda mucho por hacer, aunque más en el terreno cultural de las convicciones y las creencias que en el legislativo e institucional.
La postergación que todavía perdura y que lastra el definitivo despegue de la mujer está estrechamente relacionada con la maternidad, y no se resuelve obligando al varón a disfrutar los mismos permisos de que goza la mujer tras el nacimiento de un hijo. En realidad, esta medida, que es atinada sin duda, no establece más que una equiparación anecdótica porque en el rol actual de la mujer está todavía implícita la carga del hogar. En un matrimonio con hijos, es ella quien ha de permanecer absorta en el cuidado de la unidad familiar, y no se libera del todo hasta que el menor de los vástagos ha adquirido también su autonomía. De hecho, muchas mujeres atenúan su carrera profesional durante los años de cría de la prole y solo en la etapa final de aquella se atreven a aceptar determinadas responsabilidades que requieran viajar o una mayor dedicación temporal.