Antonio Papell
En manos de Europa
Los jefes de Estado se reunirán por videoconferencia y debatirán la creación del Fondo de Recuperación para superar la crisis de la Covid-19
Este viernes, los jefes de Estado o de Gobierno del Consejo Europeo se reunirán por videoconferencia y debatirán la creación del Fondo de Recuperación para superar la crisis de la Covid-19 , a la vez que avanzarán en la aprobación del presupuesto de ... la UE para los próximos siete años cuyo proyecto fue presentado por la Comisión en mayo. Los dos asuntos, la propuesta sobre el Fondo de Recuperación y el Marco Financiero Plurianual (MFP) para el periodo 2021-2027, están íntimamente vinculados, ya que las aportaciones al Fondo serán en teoría soportadas por el presupuesto de la Unión.
Tras una sistemática negativa de Alemania y otros países ricos del centro y el norte de Europa a mutualizar la deuda para financiar emergencias y de conceder subvenciones a fondo perdido para resolver crisis, Berlín y París, Merkel y Macron, en una rueda de prensa virtual por videoconferencia conjunta, acordaban el pasado 18 de mayo plantear a sus socios que la Comisión se endeude en los mercados por un valor de 500.000 millones de euros, que se utilizarán para redimir a los sectores y a las regiones más afectados por la crisis de la Covid -19. Con la particularidad de que este "fondo de recuperación" (o de "relanzamiento", en Francia) se distribuirá mediante transferencias (subvenciones a fondo perdido) y no de préstamos. La UE en su conjunto asumirá esta carga en el periodo 2021-2027, y la repartirá en virtud de la contribución de cada país al presupuesto común.
En correspondencia con esta propuesta, efectuada por las dos potencias europeas, la Comisión, personificada en su presidenta Ursula von der Leyen, presentó el 27 de mayo ante el Parlamento Europeo un plan de recuperación de 750.000 millones de euros, 500.000 en subsidios y 250.000 en préstamos en condiciones favorables. Para financiar esta cantidad, la Comisión se propone elevar temporalmente el techo de los recursos propios de la UE (hasta el 2% de la Renta Nacional Bruta) y utilizar le diferencia entre esta cantidad y el gasto real (que raramente sobrepasa el 1%) para lanzar una gran emisión de deuda conjunta. En el reparto previsto, a España, segundo beneficiario tras Italia, le corresponderían unos 77.000 millones en subvenciones y 63.000 millones en préstamos. 140.000 millones en total, más de 12 puntos de PIB
El apoyo francoalemán a la medida le otorga gran solvencia y credibilidad, pero la idea sigue teniendo la enemiga de los países frugales -Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca- que mantienen una posición común (Dinamarca ha insinuado un desmarque) totalmente contraria a la entrega de subvenciones y aun de créditos sin una condicionalidad clara que obligue a sus beneficiarios a ajustarse a condiciones de estricta ortodoxia presupuestaria (el cruel y humillante modelo griego). El primer ministro holandés Mark Rutte es el que menor margen de maniobra tiene ya que, enfrentado con su ministro de Finanzas, no tiene asegurado el control de su propio parlamento.
En estas circunstancias, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, compareció la pasada semana a puerta cerrada en el Parlamento Europeo para poner de manifiesto las dificultades que aún existen para lograr un acuerdo, ya que las diferencias siguen intactas. Así las cosas, se supone que este viernes el Consejo Europeo virtual no tomará decisiones sino que preparará el terreno para otra cumbre presencial que podría celebrarse el 9 de julio. O, en el peor de los casos, ya en septiembre si no se hubiera alcanzado el mínimo consenso necesario. Si tal ocurriera, el pesimismo sería inevitable y los promotores del plan deberían empezar a tener que reconocer su fracaso. Con unas consecuencias para España que más vale no imaginar.
En este contexto hay que enmarcar la petición de patriotismo del presidente del Gobierno español a los partidos de la oposición, y particularmente al PP, que ha estado flirteando con un PPE que ve con simpatía la posición de los frugales, pequeños países que han hecho fortuna parasitando mediante dumping fiscal al resto de la Unión Europea. Resultaría inconcebible que alguna forma de sectarismo impidiera que España acuda con una sola voz a las instituciones europeas a beneficiarse de un plan sin precedentes que confirmaría que Europa empieza a ser verdaderamente una potencia de corte federal.