Antonio Papell
Desunidos ante Europa
España es una entidad acumulativa, cuyos peso y prestigio no dependen del ocasional gobernante sino de la inercia adquirida con el tiempo
Mal que les pese a uso y a otros, España es una entidad acumulativa, cuyos peso y prestigio no dependen del ocasional gobernante sino de la inercia adquirida con el tiempo, que decanta un relato político que se deposita en los anales de la historia. ... La España actual, que es una potencia admirada en la comunidad internacional por su proeza de pasar desde la dictadura franquista a una de las más sólidas y bien estructuradas democracias de Europa, consigue su influencia no del hecho de que Sánchez sea hoy el primer ministro y Casado el líder de la oposición, sino de una secuencia densa que arrancó con la entronización del rey Juan Carlos en noviembre de 1975 y fue afianzándose sobre los sucesivos hitos marcados por Adolfo Suárez, Santiago Carrillo, Miquel Roca, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, Alfonso Guerra, Jordi Pujol José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy, Alfredo Pérez Rubalcaba y un largo etcétera. Quiere decirse que si España e Italia, entre otros, han conseguido de la Europa de los 27 el magnífico plan de reconstrucción, ha sido a consecuencia de un largo trayecto colectivo de todos los actores, y no gracias a la magia personal de alguno de ellos.
Por esa razón, ha sido atinada la llamada a la unidad que ha efectuado Pedro Sánchez durante el pleno de esta semana en que se debatieron de las decisiones del Consejo Europeo que dieron lugar al magnífico plan de reconstrucción. Sánchez celebró su propio éxito, después de que a partir del 23 de marzo comenzara a reclamar en Bruselas un Plan Marshall basado en la emisión de deuda común y por lo tanto no reembolsable, algo sin precedentes en la historia de la UE, pero, consciente de que la gestión de estas ayudas será larga y competirá a sucesivos Gobiernos, pidió unidad. «Nadie entendería que nos hayamos podido entender Gobiernos tan diferentes en Europa, y que no nos entendiéramos en España. Espero que este acuerdo europeo histórico sirva de ejemplo, como un acicate y nos ponga a todos ante el espejo», afirmó, no sin destacar que ese escenario debería trasladarse ahora a nivel nacional: «Si en Europa se puede, en España se debe».
La respuesta de Casado -la de Vox, que predica desunión y pretende destruir el espíritu fundacional de nuestra Constitución, no interesa a la gente decente- fue innecesariamente dura ya que a su juicio el plan aprobado fue «un rescate en toda regla» -que les pregunten a los griegos-, y además habría sido auspiciado por el Partido Popular Europeo. Es tan absurda esta atribución como la afirmación de que todo el mérito corresponde Sánchez y a su gobierno. Y quien en su pusilanimidad no entienda que lo sucedido es un importantísimo avance de la idea de Europa, que acaba de superar una de las trabas históricas más oclusivas e incapacitantes, no merece ser reconocido en la vida pública.
Inesperado fue el anuncio del líder de la ultraderecha, Abascal, quien anunció una moción de censura en septiembre, con la que se propondría remediar el supuesto apocalipsis que se habría cernido sobre España desde que gobiernan los «socialcomunistas». En realidad -explico el referido individuo-, Vox no quiere gobernar, por lo que la iniciativa pretendería estimular a otros, es decir, al PP, que, por cierto, ha rechazado de inmediato la propuesta.
Como se ha dicho en el propio Parlamento, la moción de censura, si llega a presentarse, pondrá en pocos aprietos a Sánchez y en cambio comprometerá a Casado, quien ya difícilmente podrá mantener su ambigüedad actual, de cooperación con Vox y de discrepancia ideológica con el representante español de la ultraderecha europea.
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