Antonio Papell - Opinión
Coaliciones, flexibilidad y rigidez moral
Sánchez mantiene sin vacilaciones la posición ambigua adoptada por la UE, de reconocimiento de Guaidó como presidente interino de Venezuela, que debería ocuparse de convocar elecciones libres
Pongamos un ejemplo y vayamos después al fondo de lo que quiere decirse. Es evidente que el pacto de gobierno PSOE-UP produce fricciones en el ámbito latinoamericano, ya que Podemos fue una de las fuerzas europeas que se alinearon con el ALBA fundada en ... 2004 por Hugo Chávez con énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social, y con base en doctrinas de izquierdas, opuesta al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) impulsada inicialmente por Estados Unidos en los años 90 del pasado siglo. En un cierto momento, aquella izquierda latinoamericana, más política que económica y operativa, incluyó a Venezuela y a Cuba, además de Nicaragua, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil, Argentina. Las cosas han cambiado actualmente, como es conocido, y el régimen chavista ha perdido la mayor parte de los apoyos con que contaba. Sin embargo, la escisión latinoamericana sigue viva, como lo prueba el hecho de que los dos expresidentes socialistas españoles estén enfrentados por esta causa: González ha roto todas las amarras con el chavismo y apuesta la carta neoliberal de Guaidó en tanto Zapatero, aunque ha reculado en su papel de mediación en Venezuela por los excesos del oficialismo de Maduro, no ha dejado de manifestar su disposición a auspiciar una salida pacífica.
Pues bien: Sánchez mantiene sin vacilaciones la posición ambigua adoptada por la UE, de reconocimiento de Guaidó como presidente interino de Venezuela, que debería ocuparse de convocar elecciones libres; y ello, al tiempo que conserva relaciones diplomáticas normales con el régimen de Maduro. Así se lo ha manifestado la ministra de Asuntos Exteriores española al líder opositor venezolano, al tiempo que ha corroborado que la embajada de España en Caracas seguirá alojando al líder opositor Leopoldo López. En cuanto al incidente con la número dos del régimen de Maduro, Delcy Rodríguez, todo indica que se evito un encontronazo con Caracas al convencer Ábalos a la mandataria de que prosiguiera sin más contemplaciones su viaje a Turquía, ya que tiene vetado pisar suelo comunitario.
España ha respetado, pues, el protocolo europeo con respecto a Venezuela, máxime si se piensa que una de las causas desencadenantes de la desgracia de aquel entrañable país fue el comportamiento inaceptable de una oligarquía reaccionaria que generó la gran crisis y que hoy está tratando que Trump intervenga militarmente en el país.
Sánchez ha cumplido, en fin, con sus obligaciones internacionales aunque sin meter el dedo en el ojo a Podemos, comprometido con el chavismo (aunque despegado ahora de Maduro), y ha actuado a gusto de Zapatero pero no de González. Cuando el mal tiempo arrecia, nunca suele llover a gusto de todos, y hay que dejar cierto espacio al relativismo. Así suele suceder en los regímenes pluralistas complejos; en cambio, las autocracias están hechas con el engrudo de las verdades absolutas.
Lógicamente, la oposición a Sánchez, que el sábado homenajeó al neoliberal Guaidó con todo derecho, busca las contradicciones del Gobierno para hurgar en ellas pero la opinión pública, que es muy madura, sabe discernir entre las incoherencias y las acomodaciones: una coalición de partidos no funciona si no existe cierta flexibilidad, si todo ha de ponderarse con rígidos criterios morales incapaces de ceder. Y de hecho hemos vivido cuatro años de demoledora inestabilidad precisamente por esa incapacidad que ahora parece haber concluido: el interés general obliga a las formaciones contiguas a entenderse, aun cuando sigan discrepando en cuestiones secundarias. Y hace bien por tanto Sánchez actuando con delicadeza cuando su posición colisiona con la de su socio de coalición.