Ahora, el Corpus
Dejando aparte el atípico COAC ya ampliamente comentado, las celebraciones oficiales de esta simpar semana primaveral, han dejado mucho que desear
Rara, rara, qué quieren que les diga. Estamos pasando una semana de las más raras que recuerdo. El pasado domingo lo cerramos con un levantazo de muerte y bajo la amenaza (y bien que se está cumpliendo) de la llegada de una ola de calor ... impropia para estas fechas. También esa noche dominical se acababan las celebraciones de un carnaval (con minúsculas) que nos había acompañado toda la semana. Ni que decir tiene que cualquier parecido con nuestro Carnaval ese sí, con mayúsculas de febrero, habría sido pura coincidencia. Dejando aparte el atípico COAC ya ampliamente comentado, las celebraciones oficiales de esta simpar semana primaveral, han dejado mucho que desear. Se anunciaban carruseles de coros por sus emplazamientos habituales tanto por el instaurado estos años en la Plaza de Mina, como el tradicional alrededor del Mercado. La hora de comienzo, acorde con las altas temperaturas, era a la puesta de sol (solución coherente a todas luces) pero ocurrió que a esas horas el público asistente era tan escaso que incluso muchos componentes se bajaban de sus bateas por que no tenían a quien cantar. Yo disfruté la actuación de Los Babetas en la esquina de Valverde y éramos no más de treinta personas.
El domingo, también a la fresquita, se puso en marcha la cabalgata por la avenida. Como el día siguiente, por mor de los enfrentamientos políticos, en esta ocasión no era festivo, la mayoría de la gente menuda estaba en su casa preparándose para ir a la cama y volver el lunes al cole. Tampoco acudió a Cádiz ni una cuarta parte de los foráneos que nos suelen visitar en las fechas tradicionales por lo que la afluencia de público estuvo muy disminuida. Resultó un desfile desangelado y hasta cierto punto cutre.
Del tradicional lunes de coros, para qué insistir, hubo pero no hubo. Fue también un quiero y no puedo. Han disfrutados de él más los erasmus con sus botellones que los aficionados gaditanos. Así, sin pena ni gloria han transcurrido los días de esta atípica fiesta veraniega. Los hosteleros, ante la perspectiva de una mayor afluencia de parroquianos invirtieron contratando más personal o adquiriendo más géneros. No han sido compensados y muchos han perdido.
No hay ninguna justificación posible. Argumentar como balance que, «al menos hemos tenido algo» o «con esto los autores han podido cantarle a su ciudad después de dos años de pandemia», no creo que sea lo más acertado. Hay que hacer examen de conciencia y admitir que lo que se ha celebrado estos días ha sido a consecuencia de un empecinamiento de los que hoy tienen la responsabilidad de regir nuestros destinos y que lo están haciendo, a todas luces, de la forma más desacertada que recordamos. Tampoco se puede eximir de responsabilidad a la oposición, creo que todos han tenido su parte de culpa en este desaguisado. Todos tienen que conseguir un consenso para conseguir y realizar lo que sea mejor para la ciudad.
El próximo domingo, después de esta semana tan rara, se celebrará otra festividad que ha caracterizado siempre a Cádiz y que antaño fue uno de nuestros días más grandes el Corpus. Esperemos, por el bien de todos, que igual que se han respetado las celebraciones de este atípico carnaval, se respete al Corpus en toda su grandeza.
Ver comentarios