Antonio Fernández-Repeto
Sigan protegiéndose
Efectivamente, después de más de dos años de restricciones volveremos a llenar las calles con ese bullicio entre religioso y profano que tantos años hemos disfrutado sin limitaciones
Cuando hoy, Viernes de Dolores, abra sus puertas de la calle Sagasta la parroquia de San Lorenzo y emboque en su dintel la Cruz de Guía de la Venerable Orden Servitas, recuperaremos, después de dos años de una terrible pandemia, una de nuestras más entrañables ... tradiciones, las procesiones. Aunque oficialmente la celebración de la semana de Pasión comience con la salida de la parroquia de San José de la popular ‘Borriquita’, hoy va a ser un día especial. El discurrir por las calles de nuestro casco histórico de este cortejo penitencial acompañando a la Señora de los Dolores va a marcar un hito en el corazón de todos los cofrades gaditanos.
Recuperar esta manifestación religiosa y popular por nuestras calles va a ser sin lugar a dudas el añorado preludio del principio del fin. Efectivamente, después de más de dos años de restricciones, para todos inusuales, y de una alerta sanitaria hasta ahora desconocida por todos, volveremos a llenar las calles con ese bullicio entre religioso y profano que tantos años hemos disfrutado sin limitaciones. Hoy, por haber padecido esta situación especial que ha cambiado para siempre nuestras vidas, saldremos a las calles pero no como antes. Lo pasado y sufrido por muchos nos ha marcado para siempre. Ahora cuando vemos una aglomeración de personas, lo valoramos de otra forma. Inconscientemente, evitamos en lo posible el contacto directo y mantenemos una cierta distancia. Se han modificado nuestros comportamientos sociales y, querámoslo o no, hasta nuestros habituales y afectuosos saludos han perdido efusividad. A mí personalmente, no sé si a ustedes les ocurre lo mismo, me cuesta mucho no alargar la mano para estrecharla o acercarme para besar al familiar o conocido que me encuentro por la calle. Actualmente en estas circunstancias se produce una situación extraña que suele terminar en un saludo de quiero y no puedo.
Hasta hace unos días se ha especulado, sobre todo en la mayoría de los medios de comunicación, con la posibilidad que para esta semana que comienza se suprimiría el uso obligatorio de las mascarillas. Menos mal que, bajo mi punto de vista acertadamente, se ha consensuado retrasandolo hasta despues de esta semana. Querámoslo o no, la pandemia no ha desaparecido desgraciadamente de nuestro entorno. Es cierto que entre la efectividad de las vacunaciones masivas y la benignidad de esta nueva variante, que sigue imperando actualmente, los contagios son menos peligrosos para la salud, pero que sin duda sigue existiendo en niveles muy elevados. El coronavirus sigue amenazante y sin saber como ni porque de pronto aparece contaminando a todo bicho viviente. Yo hace una semana lo he podido comprobar en primera persona, sin saber como y manteniendo los mismos hábitos de estos dos últimos años, he sufrido una Covid19 junto con varios miembros de mi familia. No ha sido una afección grave, afortunadamente, pero ha corrido como la espuma infectándonos a casi todos.
Dicen que, al final, todos la vamos a sufrir. Yo les recomiendo que no se confíen, los virus no son ninguna tontería y, si pueden evitarlo, no se expongan. Les deseo una feliz Semana Santa del reencuentro pero tengan cuidado, sigan protegiéndose.