Antonio Fernández-Repeto
No queda otra
Los laboratorios se están poniendo las botas con las ventas de las vacunas y, como siempre, nosotros, los curritos de a pie, somos los que seguimos pagando las consecuencias
Llegó el nuevo año y, sin darnos cuenta, llevamos consumido casi medio mes de Enero. Entre los comentarios por el célebre «oso perjudicado» de nuestra simpar cabalgata, el affaire del tenista que no quiere vacunarse burlándose de todo bicho viviente y el aumento infecciones por ... la cepa ómicron, estamos escalando la cuesta de Enero con mas pena que gloria.
Después de brindar y tomarnos las uvas, en esta ocasión acompañados por nuestros mas allegados (por aquello de los contagios), volvimos a hacer los correspondientes votos de prosperidad para los siguientes doce meses. Si el pasado nos aguó la fiesta la llegada de Filomena con aquellas escenas casi dantescas, este Enero, en cuanto a climatología se refiere, no podemos quejarnos, hemos disfrutado de un adelanto primaveral.
Cuando comenzamos un nuevo año es costumbre también que prometamos ser mejores, modificar nuestros hábitos y, como siempre, empezar por mantenernos lo más en forma posible, comer más sano (después de los excesos navideños) y hacer ejercicio para rebajar esos kilos de más que adornan nuestra tripa. A mi, a este respecto, sus Majestades los RRMM de Oriente me han “premiado” con una bicicleta estática para tal fin, por aquello de que “si no vas a la montaña, que la montaña venga a ti”.
Pero todos nuestros buenos propósitos pueden irse al traste a pesar de nuestros cuidados. Hemos recibido las tres dosis de la vacuna, usamos las mascarillas a todas horas incluso por la calle y procuramos no frecuentar espacios con mucha aglomeración de personas. Pues bien, a pesar de todo, estamos comprobando como día a día hay nuevos allegados más cercanos contagiados. Nos estamos salvando por los pelos. Ya hasta la OMS, para tranquilizarnos aún mas, nos pronostica que en cuatro semanas el 50% de la población europea se habrá contagiado, vamos, una gracia.
Después de mas de dos años de pandemia, se han conseguido vacunas por varios laboratorios en tiempo record, la industria farmacéutica fabrica test de detección a mansalva, no faltan ni EPIS ni mascarillas, aunque siga faltando personal sanitario. Nuestro sistema de salud está, como las películas de Almodóvar, al borde de un ataque de nervios. No se ha conseguido aclarar ni que, ni como, ni donde se originó esta pandemia que sigue asolando a todo el planeta. Me da la impresión, que no interesa investigar sus causas. Nuestros gobernantes siguen más preocupados en como aumentar sus recaudaciones a través de los impuestos indirectos que esta generando la pandemia. Los laboratorios se están poniendo las botas con las ventas de las vacunas y, como siempre, nosotros, los curritos de a pie, somos los que seguimos pagando las consecuencias.
Nuestros dirigentes, promulgan por activa y por pasiva que sigamos nuestras vidas con normalidad, que no nos preocupemos, pero las oleadas son cada vez más grandes y nos acechan desde más cerca. El virus, como todos los virus conocidos, ha mutado, se ha hecho menos letal (al parecer) aunque sea más contagioso. Tranquilos no podemos estar pero afrontaremos este nuevo año que ha comenzado esperando que para el próximo podamos hablar en pasado. Por ahora, a seguir con mucho cuidado, no queda otra.