Antonio Fernández Repeto
La mejor defensa
Entiendo que haya muchos que sean reticentes y comprendo que el atosigamiento informativo con el que nos asolan diariamente influya en esta desconfianza
En mi última columna concluía que, llegado el momento, me vacunaría . Continuo pensando igual y siguiendo el ejemplo de Margaret Keeman (Maggie para los amigos) o William Shakespeare en el Reino Unido y Sandra Lindsay en Estados Unidos, cuando corresponda, pondré mi brazo ... dispuesto al pinchazo. Durante más de veinte años me he prestado voluntariamente, como profesional sanitario y ahora como población de riesgo, a vacunarme de la gripe. Afortunadamente no he tenido nunca reacciones adversas. Es cierto que a pesar de haberme vacunado, alguna vez he contraído la gripe (lo que entra dentro de lo lógico y previsible ya que las cepas mutan) pero lo cierto es que la mayoría de los años los he pasado sin contraer la viriasis.
Entiendo que haya muchos que sean reticentes y comprendo que el atosigamiento informativo con el que nos asolan diariamente influya en esta desconfianza. Desde hace más de seis meses venimos siguiendo paso a paso la carrera desenfrenada por obtener la primera vacuna. En el mundo consumista actual y ante la necesidad de conseguir la inmunidad de toda la población del planeta, se ha puesto un señuelo ideal para que todas las industrias farmacéuticas intenten ser los primeros en obtenerla. Los beneficios económicos para el que la consiga van a ser espectaculares. Pero tenemos que ser consecuentes y pensar que existen muchos mecanismos de controles sanitarios que pueden y deben detectar posibles fraudes que nos pongan en peligro . Es cierto también que estas vacunas que nos están proponiendo van a ser las primeras y que con el paso del tiempo tendrán que perfeccionarse y mejorarse, sin duda. Pero no por ello estas no van a ser seguras. Los virus (del latín = virus y del griego “toxina” o “veneno”) son unos agentes infecciosos microscópicos que solo pueden replicarse en las células de otros organismos vivos. Es decir, cuando se integran dentro de nuestro organismo, si no tenemos una defensa especifica contra él, sucumbimos. A las pruebas me remito. Solo hay que ver lo que este SARS-coV2 esta produciendo desde hace ya un año. Lo único que puede protegernos de su ataque es la vacuna, es decir, mientras nuestro sistema de defensas (sistema inmunitario) no sea capaz de producir algo que contrarreste a estos virus, los anticuerpos, estaremos a su merced.
Las vacunas que nos están proponiendo actualmente son muy novedosas ya que, mientras las que se han estado utilizando hasta ahora contra la gripe eran virus atenuados, estas, nos introducen en el cuerpo una secuencia de ácido ribonucleico (ARN mensajero) con las instrucciones de producir una proteína de características similares al SARS-CoV2 pero sin la clínica del la Covid-19. Cuando esto se produce, nuestro sistema inmune desarrolla los anticuerpos contra estas proteínas extrañas, y así también adquirimos inmunidad contra el maldito virus. Esta nueva generación de vacunas no introducen patógenos (virus) en el organismo y parece que generan una respuesta inmune sólida, son bien toleradas por personas sanas y son fáciles y baratas de producir.
Confiemos en nuestro sistema sanitario. Seguro que están velando por conseguirnos la mejor defensa contra esta pandemia .