Antonio Fernández-Repeto

Mascarillas obligatorias

Ya vamos pudiendo salir a la calle, pero tenemos que mantener un estado de alerta permanente

Antonio Fernández-Repeto

Cuando hace unos días, en su alocución semanal, el reverendo Sánchez anunciaba con gran profusión de detalles el plan de recuperación a nuestro confinamiento domiciliario (lo que él denominó desescalada ), no pude por menos que quedarme un rato pensando en cómo resolver el ... galimatías. Así, sin comerlo ni beberlo, íbamos a recuperar durante un rato la calle. Dependiendo de nuestra edad y condición tendríamos unos horarios marcados para poder disfrutar de un rato de ocio. Esto no era incompatible con nuestras obligaciones domiciliarias. Es decir, si teníamos que ir al banco o de compras podíamos ocupar la calzada a la misma hora que los mayores de setenta, la hora de los niños paseando o incluso el horario de los deportistas. Si paseábamos, no podíamos alejarnos más de un kilómetro de nuestro domicilio (por cierto en nuestra ciudad un kilómetro en circunferencia equivale a todo el casco antiguo). Pero si en lugar de pasear argumentamos que estábamos haciendo deporte, correr, montar en bici o caminar estilo Rajoy, sí que podríamos llegar hasta Cortadura o incluso Río Arillo (que es donde termina nuestro termino municipal). En definitiva, un ‘liaso’ gordo, que diría más de uno.

Entrábamos, a partir del sábado en la fase cero que es, según el presidente, la fase primera y a la que seguirían, según fueran indicando nuestros «marcadores» (me acordaba del marcador simultáneo dardo) las fases subsiguientes hasta un numero de cuatro que ¿sería la quinta? No sé, ya estoy perdido, mire usted.

Desde las seis de la mañana la ciudad se pobló de gimnastas y caminantes. La playa fue poco a poco ocupada por una ingente masa de gaditanos ávidos por ver el mar y pisar la arena de la playa. Hubo momentos, por lo que pudimos percibir por las imágenes de la prensa, en las que realmente parecía un domingo de verano. Con la alegría de tomar el sol, se olvidaron, en algunas circunstancias, las medidas de precaución necesarias para prevenir contagios.

Estamos inmersos en una fase de readaptación a la normalidad pero, que no se nos olvide, el coronavirus ese sigue ahí, acechando, agazapado, escondido en cualquier portador asintomático y anónimo. Puede infectarnos y afectarnos cuando quiera, como quiera y con consecuencias imprevisibles. Si no lo creen pregúntenselo a los mas de mil novecientos sanitarios que lo han padecido en nuestra provincia luchando a brazo partido por defendernos de él.

Ya vamos pudiendo salir a la calle, pero tenemos que mantener un estado de alerta permanente. Aunque en sus sermones sabatinos, el Sr. Sánchez y el ministro Illa (ese tan triste que parece el hermano mayor del Santo Entierro), digan que las mascarillas son «altamente recomendables», considérenlas obligatorias. Defienden al que las usa y nos protegen a los demás. Utilicen las soluciones desinfectantes y mantengan una extremada higiene de las manos. No rebajen la alerta. Las consecuencias pueden ser irreparables para usted y para todos los que los rodeamos. Aunque ellos no lo digan, las mascarillas deben ser obligatorias.

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