Antonio Fernández-Repeto
El futuro de nuestra ciudad
Fotografían monumentos, calles, nuestras casas dieciochescas y hasta las pescadillas de los puestos del pescado en el mercado de abastos
Entiendo que seamos la envidia de nuestros visitantes. A pesar de que últimamente, y por nuestra situación geográfica, haya algunos que nos recuerden que estamos expuestos a las inclemencias de un tsunami, no nos agobiamos ni dejamos de disfrutar de nuestra envidiable ciudad. Cádiz, desde ... hace ya más de tres mil años, y no peco de chauvinista, ha sido la envidia de todos sus visitantes. Estamos comprobando cómo después de este negro periodo vivido a causa de la pandemia, las calles vuelven a inundarse de visitantes. Desde hace varias semanas nuestro muelle recibe de nuevo monstruosos cruceros cargados de turistas. Tras desembarcar deambulan, teléfono en ristre, perpetuando con sus cámaras su estancia aquí. Fotografían monumentos, calles, nuestras casas dieciochescas y hasta las pescadillas de los puestos del pescado en el mercado de abastos. También a diario, aunque de una forma más discreta, son múltiples los grupos que llegan por la mañana en autobús a nuestro casco antiguo y que conducidos por experimentados guías turísticos se distribuyen por plazas y museos deseosos de conocer nuestra historia.
Estas pacíficas invasiones, a las que hay que sumar indefectiblemente a los que recorren nuestras calles arrastrando sus troilers para ocupar los alojamientos y hoteles de los que dispone la ciudad, son siempre bienvenidas y a día de hoy son el sustento de nuestra precaria economía. A falta de industrias e inversiones para paliar la tremenda lacra del paro que nos asola desde hace décadas, el turismo, quiéranlo o no, esta paliando la mermadas arcas de muchos gaditanos.
Pero para que todo esto sea posible y que nuestra ciudad luzca como lo hizo en el siglo XVIII hay que mimarla, embellecerla y hacerla agradable a los que nos visitan. Se deben crear infraestructuras para facilitar la convivencia con nuestros visitantes. En definitiva hay que cuidar la ciudad y dotarla de servicios óptimos. Desgraciadamente hoy carecemos de muchas cosas, la ciudad no está limpia ni cuidada, las calzadas son a veces impracticables y dificultan el pasear por ellas. Me comentaba el otro día una buena amiga que se encuentra actualmente en silla de ruedas, las dificultades que padece al transitar por nuestras calles llenas de obstáculos, a veces insalvables, para una persona en su situación.
Se promulga por nuestras autoridades que con estos nuevos tiempos y gracias a fondos económicos con los que nos van a bendecir, se van a emprender obras faraónicas para crear una ciudad mas sostenible. Después de casi seis años de gestión el resultado no puede ser más desalentador. La circulación es diariamente un caos, faltan plazas de aparcamiento (han destruidos miles), no se ve un agente de la policía local ni por casualidad en las calles, las bicicletas y los patinetes circulan por las calles peatonales a pesar de las ordenanzas, cada vez hay mas perros que inundan las calles de orines y excrementos muchas veces no recogidos por sus propietarios, existen muchos proyectos inacabados. En definitiva, antes de embarcarnos en nuevas empresas hay que mejorar todo lo que poco a poco, por desidia y falta de gestión, se está deteriorando. Es nuestro futuro como ciudad.