Antonio Fernández Repeto - OPINIÓN
Florecieron las orquideas
«Hemos cambiado nuestros hábitos de vida, seguimos una rutina que nos permite pasar los días ordenadamente»
Llevamos quince días de reclusión domiciliaria. Lo que en un principio nos pareció una utopía, se esta convirtiendo en una nueva forma de vida. Estamos comprobando, en primera persona, que el ser humano es capaz de adaptarse a todo. Con los reportajes que día a ... día nos ofrecen los informativos seguimos, al minuto, la progresión de esta horrorosa pandemia que asola nuestro planeta. Hace a penas dos meses, veiamos en los telediarios el cierre de la región de Hubei con ciudades como Wuhan con once millones de habitantes en, la para nosotros lejanísima, China. Nunca habríamos podido imaginar, en aquellos primeros momentos, que en muy poco tiempo, tendríamos las calles de nuestra ciudad igual de desiertas. Ahora, en tan solo dos semanas, lo hemos asumido como algo normal. Aunque nos parezca mentira, hemos aceptado que la única forma de combatir a ese maldito bicho es, mientras no se encuentren otras armas, evitar su cadena de contagio aislándonos en nuestras casas , quien lo diría.
Hace ya muchos años, tuve la ocasión de leer la novela escrita por Michael Crichton 'La amenaza de Andrómeda '. Se me ponían los vellos de punta al imaginar la indefensión de aquellos habitantes de nuestro planeta que eran amenazados por una contaminación extraterrestre desconocida al haberse desmadrado un proyecto de investigación de un equipo de científicos estadounidenses. A consecuencia de ello, un satélite americano, había traído a la tierra un agente contaminante que primero devastó al pueblo de Piedmont en Arizona y amenazaba con producir una pandemia similar a la que estamos padeciendo actualmente. Hoy, después de 50 años, estamos viviendo una situación parecida, quien me lo iba a decir.
Hemos cambiado nuestros hábitos de vida, seguimos una rutina que nos permite pasar los días ordenadamente. Esperamos con inquietud que sean las ocho de la tarde y asomarnos a los balcones para dar ese aplauso solidario para agradecer el esfuerzo e infundir ánimo a todos esos sanitarios que se enfrentan día a día al enemigo invisible.
No me cabe la menor duda de que con el esfuerzo de todos vamos a vencer a ese Covid-19 pero, cuando volvamos a nuestra habitual vida diaria, no vamos a ser los mismos. Tendremos en nuestra experiencia vital otra triste muesca en el recuerdo . La añadiremos a las que sufrimos cuando presenciábamos, también por televisión, aquellos atentados terroristas de 11S en Estados Unidos o del 11M en Madrid y que nos hicieron padecer momentos de angustia similares a los que ahora vivimos. La diferencia es que, en esta ocasión, nos ha afectado directamente a todos y no tenemos forma de defendernos.
Durante casi cuarenta años he ejercido la profesión médica en hospitales públicos y conozco las dificultades a las que se están enfrentando mis hijas y el resto de mis familiares que en estos momentos tan difíciles, ejercen esta bendita vocación. Gracias a ellos y a todos los que están luchando en esta guerra sin cuartel conseguiremos volver a disfrutar de otras muchas primaveras. Este año, a pesar de todo, mis orquídeas han florecido .