Antonio Fernández Repeto

La cruda realidad

Es probable, que con el cariz que están tomando las cosas, en las próximas semanas volvamos al confinamiento.

Gente con mascarillas en el Hospital Puerta del Mar. A.V.

Antonio Fernández Repeto

Cuando allá por el mes de marzo comenzó esta terrible pandemia que nos asola, casi todos creíamos que, poco a poco, con nuestro sacrificio y las drásticas medidas de confinamiento y restricciones a las que fuimos sometidos podíamos doblegar al virus. Los más optimistas creyeron ... los cantos de sirena que a través de los sermones televisivos lanzó el Sr. Presidente cuando al final de la desescalada, anunciaba nuestra "gran victoria" y cogía el Falcon para sus “merecidas” vacaciones estivales. Poco duró lo que no era cierto, sin comerlo ni beberlo, nos encontramos sumidos en esta nueva eclosión del virus , por segunda o tercera vez (ya no se sabe bien) en otra oleada pandémica. En esta ocasión y, haciendo mutis por el foro, el Sr. Sánchez dejó al triste ministro Illa al frente del debate para conseguir la aprobación de un nuevo estado de alarma (esta vez para seis meses). Despreció las opiniones del resto de nuestros representantes en un hemiciclo que asistió atónito a su huida. No nos merecemos este trato y sobre todo cuando nos esta costando tanto.

A raíz de la declaración de este nuevo estado y la aplicación del toque de queda, han empezado a producirse altercados en muchas capitales. Por lo que dicen las fuerzas de seguridad que tratan de reprimirlos, son jóvenes negacionistas, violentos, delincuentes y de connotaciones políticas extremas. Yo los catalogaría mas bien de descerebrados, inconformistas, mequetrefes e insensatos. No se pueden entender estas reacciones y menos las actuaciones vandálicas que están provocando. Leía el otro día la experiencia vivida por un médico anestesista que en una guardia, a las tres de la madrugada en la UCI de su hospital, una enferma de 38 años afectada de Covid, rompió a llorar cuando la iban a sedar para intubarla porque no remontaba . Simultaneamente una enfermera lloraba también porque tenia que cambiar a la vez tres respiradores de pacientes en estado crítico y un auxiliar también se emocionaba cuando otro paciente Covid le pedía que le pusiera una video llamada con sus hijos para despedirse de ellos por si no salía de esta. Todos los sanitarios sufren estas situaciones, ya casi al límite de sus fuerzas, y ninguno merece vivir lo que estan viviendo. A muchos de estos “valientes” los llevaba yo durante unos días a convivir con ellos en una UCI para que vean y sufran de cerca la realidad de esta pandemia.

Debemos hacer un llamamiento al sentido común y a la cordura. Hay que desterrar las soluciones mágicas, la desorganización que sufrimos y la incompetencia y el egoísmo de los políticos que nos dirigen . Es probable, que con el cariz que están tomando las cosas, en las próximas semanas volvamos al confinamiento. Tenemos que cambiar la realidad y seguro que con la colaboración de todos lo vamos a conseguir. Tenemos que actuar como lo hacen la mayoría, usando convenientemente las mascarillas, extremando la limpieza, guardando las distancias y la ventilación (muy importante) y, sobre todo, cuidando y protegiendo a los mas vulnerables. Así, con suerte no nos veremos boca abajo ni con un tubo en los pulmones. Esto no es alarmismo, es la cruda realidad

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