Antonio Fernández-Repeto

Algo está fallando

Esta semana, que hoy casi termina, ha sido objeto de una celebración que a todos nos debe servir para reavivar el recuerdo de algo que fue trascendental en nuestras vidas

Parece que poco a poco vamos volviendo a una relativa normalidad. En nuestra ciudad, después de unas semanas de descontrol, parece que bajan de manera ostensible los contagios por esta maldita Covid-19 que sigue azotándonos. Ayer jueves la tasa de incidencia por 100.000 ... habitantes se encontraba ya en 247, una cifra todavía considerable pero en clara mejoría si la comparamos con la de solo una semana antes que era de 656. Desgraciadamente el número de fallecimientos es todavía considerable y la ocupación de nuestros hospitales, aunque va en clara disminución tanto en Cádiz capital como en el Clínico de Puerto Real y San Carlos, todavía no permite que cantemos victoria ni que nos relajemos un ápice.

Parece, por lo que estamos comprobando a través de estas cifras, que las medidas de restricción que estamos padeciendo van surtiendo efecto y que la buena concienciación y el cumplimiento de la mayoría de nuestros conciudadanos ayudan a que esto sea así. Han comenzado las vacunaciones y eso puede favorecer el control definitivo de la pandemia, pero aún falta. Hemos pasado unos carnavales totalmente atípicos aunque sanitariamente saludables. Muchos pensábamos que iba a ser imposible evitar alguna que otra salida extemporánea a la calle desafiando la pandemia pero no, no ha sido así, las calles han permanecido silenciosas y el buen criterio se ha impuesto.

Esta semana, que hoy casi termina, ha sido objeto de una celebración que a todos nos debe servir para reavivar el recuerdo de algo que fue trascendental en nuestras vidas. El 23 de Febrero de 1981 permanece muy presente en nuestras memorias. Recuerdo perfectamente las horas de angustia y desasosiego que padecimos desde las seis y media de la tarde de ese fatídico día. Me encontraba en la consulta asistiendo a mis pacientes cuando mi mujer me anunciaba, por lo bajini, que en la radio comentaban que se había producido un asalto al Congreso y se estaban oyendo disparos. Fueron momentos indescriptibles y al desasosiego inicial siguió la preocupación de lo que podía suponer aquello. Nosotros no habíamos vivido la guerra aunque nuestros familiares mayores nos habían transmitido sus tristes vivencias del día del alzamiento y sus nefastas consecuencias

¿Sería posible que volviéramos a las andadas? Las horas que siguieron al asalto fueron interminables y las pasamos pegados a la radio ya que Televisión Española (único canal oficial entonces) no decía nada al estar secuestrada. Alternábamos las emisoras para seguir, cómo no, el Concurso del Falla (que contraste). Hasta bien entrada la madrugada en que apareció un circunspecto Juan Carlos I vestido de militar y leyó el célebre discurso desconvocando y abortando el golpe, no nos quedamos tranquilos. Se demostró lo frágil que era todavía nuestra democracia y que, gracias a unos grandes gestores de todos los partidos políticos de esa época, se consiguió vencer la amenaza de una involución en nuestro país.

Me sorprende que en las encuestas realizadas entre la juventud actual haya un 70% de ellos que desconoce la existencia de ese fatídico 23F y no les suena para nada el nombre de Antonio Tejero. Algo esta fallando, sin duda

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