Antonio Fernández-Repeto
Ahora nos toca
Las mascarillas, para que protejan y sean efectivas, tienen que ir colocadas tapando nariz y boca
Hoy se cumplen ya sesenta y nueve días del estado de alarma . Desde ayer, nuestras autoridades sanitarias, han considerado adecuado que, por ley, tengamos que ir protegidos por mascarillas para a evitar la propagación de virus y contribuir así al control ... de esta pandemia que nos asola. Su uso no debe distraernos de las demás medidas para conseguir este objetivo. La higiene de manos y el distanciamiento social son las otras dos fuentes de contagio que tenemos que asumir como propias para colaborar con nuestros sanitarios en la erradicación de la fuente más importante de propagación de este Covid-19.
Son unas pocas medidas, sobre todo higiénicas, las que nos encomiendan. Aunque parezcan peregrinas tienen una importancia grandísima para conseguir este objetivo. Para los que no lo conozcan les comentaré que mediados del siglo XIX el obstetra húngaro Ignaz Semmelweis, antes que Louis Pasteur y Joseph Lister padres de la asepsia y la antisepsia, descubrió la causa de la gran mortandad de las madres que daban a luz por la denominada fiebre puerperal . Debido a sus observaciones, que seria aquí largo de relatar, constató que en las salas donde las matronas atendían a las mujeres parturientas se producían menos defunciones que donde los estudiantes de medicina atendían también a mujeres que daban a luz. La diferencia entre una y otra sala era que en las que eran los médicos los que atendían a las mujeres, lo hacían después de realizar autopsias y con sus manos contaminadas, sin lavar. Intento convencer y demostró a sus compañeros que, simplemente lavándose las manos, podían reducir el número de defunciones como ocurría normalmente en la sala atendida por matronas. No le creyeron y murió en el más obscuro de los ostracismos pero, tenía razón, y gracias a él y sobre todo a la higiene de las manos, al cabo del tiempo, se pudo controlar esa enfermedad y sobre todo reducir su mortandad.
Hace pocos días entrábamos en la fase 1 de la tan cacareada desescalada. Hemos podido ver como se producía una autentica invasión de las terrazas, los grupos de personas, muchas de las veces descontroladas, no guardaban la consiguiente distancia de precaución entre ellos y, aunque muchas llevaban mascarillas, también un gran número de ellas o no las llevaban o las llevaban mal colocadas. Las mascarillas, para que protejan y sean efectivas, tienen que ir colocadas tapando nariz y boca . No pueden dejar los orificios nasales expuestos y mucho menos bajadas al cuello como si fueran un collar y muchísimo menos como un pendiente colgada de una oreja.
Son muchos los sanitarios que han entregado sus vidas por defendernos de esta pandemia. Y muchos más los que día a día han padecido en los hospitales la incomodidad de estos trajes con los que han tenido que soportar interminables jornadas de guardias atendiendo a los pacientes. Es muy poco lo que nos piden para que contribuyamos a erradicar a este bicho. Taparnos con una mascarilla, lavarnos las manos y distanciarnos dos metros unos de otros. Ahora nos toca a nosotros, hagámoslo convenientemente, por el bien de todos.
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