Antonio Fernández Repeto
¿Adiós a las mascarillas?
Han sido, siguen siendo y serán el arma más barata y eficaz para evitar la transmisión de este dichoso SarsCov-2 y de todos los virus respiratorios que nos acechan día a día
Ha pasado el cuarenta de mayo y con la subida de las temperaturas ya nos sobra todo. Tanto sobra todo que ahora, la máxima preocupación es elucubrar cuando podremos quitarnos las mascarillas. Somos testigos como, desde hace un tiempo, en muchas ocasiones brillan por su ... ausencia. Sin ir más lejos el otro día durante el partido de Nadal contra Djokovic en Roland Garros las imágenes televisivas nos mostraban primeros planos de todo el banquillo del jugador serbio desprovistos de ellas por los nervios del encuentro.
Desde que comenzó esta maldita pandemia casi todo ha rondado en torno a las mascarillas. Primero nuestro ínclito Dr. Simon decia que no eran muy necesarias, que lo importante era lavarse las manos y mantener la distancia de seguridad. Lo cierto, como se demostró después es que el mercado de mascarillas era escaso. A los pocos días, cuando se convencieron que la transmisión por aerosoles era la principal fuente de contagio, cuando desde China llegaron aviones cargados de mascarillas o cuando muchas industrias nacionales, a la vista del negocio, se dedicaron a fabricarlas a mansalva, hicieron obligatorio su uso a todas horas y en todos los lugares. Para colmo de despropósitos hace unas pocas semanas nos anunciaron que hasta paseando solos por el campo o la montaña tendríamos que ir pertrechados con ellas y que este verano, a pesar de guardar las distancias de seguridad en los arenales de la playa tendríamos que tomar el sol embozados, en que quedamos.
Ahora, como he dicho antes, tanto las autoridades sanitarias, como la prensa, no hacen otra cosa que elucubrar con el fin de su uso. Vamos a dejar claro una cosa de una vez por todas. Las mascarillas son un rollo, no cabe la menos duda y su utilización a todos nos incomoda. Pero hay que reconocer que han sido, siguen siendo y serán el arma más barata y eficaz para evitar la transmisión de este dichoso SarsCov-2 y de todos los virus respiratorios que nos acechan día a día.
¿No habeis observado que, además de evitar la propagación de la Covid19 este invierno, con su uso generalizado, ha disminuido notablemente, casi totalmente diría yo, la aparición y propagación de los resfriados comunes o las gripes estacionales?¿No habéis observado tambien que ahora, en los conciertos de música o cualquier espectáculo al que asistamos, prácticamente nadie tose? Pues sí, amigos y amigas, todo esto se debe a las dichosas mascarillas. Bajo mi punto de vista y a tenor de la experiencia que estamos viviendo, las mascarillas han llegado para quedarse entre nosotros para siempre. Igual no con la profusión que las usamos ahora pero, se van a convertir en algo cotidiano. Ya no serán solo los turistas asiáticos los que las lleven asiduamente, ante cualquier infección respiratoria o contaminación ambiental deberemos recurrir a ellas. Algo hemos aprendido de la pandemia, un artilugio en principio tan insignificante como una mascarilla y las más elementales medidas de higiene nos pueden salvar de un mal tan agresivo y letal como la pandemia que, aunque no lo crean ya muchos, seguimos padeciendo.