Por tierra, mar y aire
Las gentes de esta Bahía somos intemporales desde hace generaciones
![Antonio Ares: Por tierra, mar y aire](https://s3.abcstatics.com/media/opinion/2020/09/04/v/cadiz-kU9C--1248x698@abc.jpg)
Un tiempo convulso se ha apoderado de nuestra existencia. Los más pesimistas campaban a sus anchas hasta que la realidad los miró cara a cara. Los alegres optimistas buscaban refugio hurgando entre las redes sociales alguna alegría que llevarse a la boca. Los visionarios, ante ... tanta incertidumbre, veían un nicho de oportunidades delante de sus narices, se abría un futuro sorprendente. Todos deseaban un halo de normalidad, aunque ésta fuese nueva.
Las gentes de esta Bahía somos intemporales desde hace generaciones. Los tiempos verbales los conjugamos en forma de desgana ruinosa. Todo lo que nos llega por tierra, mar y aire sucumbe ante tanto desánimo inerme. Los expertos en economía auguran tras la crisis una época de expansión. Desde Europa pueden llegar fondos para sacar a flote a esta ciudad amurallada en su ombligo. Ideas existen, lo que faltan son líderes con empuje que crean en un proyecto de ciudad abierta, dinámica, culta, limpia, alegre, emprendedora y patrimonial.
Ahora que es época de cambios en el callejero, esta ciudad tiene una gran deuda pendiente con el que fuera Intendente General de la Armada en 1717, José Patiño. Él fue el artífice del convencimiento que llevó a Felipe V a decretar el traslado a Cádiz de la Casa de Contratación de Indias.
Puede que la historia juegue en nuestra contra…
El diplomático e historiador francés Jean-François Peyron, que viajó a España en 1772 y 1777, describía a Cádiz como «una hermosa ciudad tan bien trazada como construida». Era la urbe española donde más dinero circulaba. Hasta Londres llegó a temer perder su protagonismo imperial a favor de esta ciudad del sur.
Los historiadores sitúan los orígenes de la fallida revolución industrial en España en los puertos de Cádiz, Cartagena y Ferrol, antes que en Cataluña y País Vasco («Los arsenales del Rey 1750-1820. La revolución industrial que pudo haber sido». Vicente Ruiz García). Aquí se pusieron en práctica métodos de ingeniería naval aplicando las tecnologías más avanzadas para su tiempo. El 23 de julio de 1891 se inauguró en Cádiz la factoría de astilleros creada por los hermanos gaditanos Vea-Murguía. Su mayor proeza fue construir el crucero acorazado «Emperador Carlos V», buque insignia de la Armada Española de final del XIX. Problemas económicos hicieron que en 1917 la factoría fuera adquirida por el empresario vizcaíno Echevarrieta. La Explosión de 1947 destruyó sus instalaciones. Para evitar su desaparición, en 1951 el Estado se hizo cargo de la fábrica. Después llegaría Astilleros de Cádiz SA, AESA, IZAR y Navantia. La incertidumbre aún se cierne sobre nuestra maltrecha industria naval.
Corría el año 1920 y el magnate del automóvil Henry Ford instaló en Cádiz su primera línea de montaje en España. Nuestra ciudad se situó al mismo nivel que las fábricas abiertas en Manchester, Paría, Odessa y Copenhague. Después vendría a la Bahía la General Motors, Delphi, Cádiz Electrónica SA y Visteón. El último intento con el motor ha sido el proyecto Torrot. Otra vez nos dejamos ganar la carrera.
La factoría de Construcciones Aeronáuticas Sociedad Anónima-CASA fue inaugurada en mayo de 1928. Al principio se dedicó a la construcción de hidroplanos. Después vendría EADS-CASA. Ahora el desastre nos viene desde las nubes.
…. Pero aún estamos a tiempo de cambiarla.