Opinión
Techo de estrellas
Basta darse una vuelta por las calles más céntricas de nuestra ciudad o acudir al improvisado Hostal de Las Puertas de Tierra para darnos cuentas de la fría y sola realidad
Con desamparo y resignación son los primeros en ver las claras del día. Con frio y al raso intentan descansar con ese sueño frágil a la luz de las farolas. Con su hogar a cuestas y la historia rota de toda una vida en bolsas ... y maletas sobrellevan los días mejor que las noches. Para ellos la vida son horas al raso. Todo lo que sea el mañana se torna algo incierto, lejano y gris. Como si de una crisálida se tratase cualquier futuro pierde su sentido. Lo demás son conjeturas. Si son días de calor, se sobrelleva. Con estos días invernales la dureza de la exclusión abre sus fauces más atroces. Imposible calentar ni siquiera lo más céntrico del alma. Del cuerpo y de las extremidades ni te cuento. Buscar un recodo, congraciarse con un rebufo puede ser la diferencia entre pegar ojo o sucumbir al duerme vela durante toda la oscuridad. Y por fin llega el sol, y el bullicio, y las gentes y sus desaires, y el tránsito y la quietud del que sólo dispone de tiempo. Todo lo demás les falta. La peor ausencia, la compañía, la más ruin de las presencias la soledad.
El Ayuntamiento de Cádiz, a través de la Delegación Municipal de Servicios Sociales ha dado a conocer los datos del censo de las personas sin hogar elaborado el pasado mes de noviembre. Son 103 las personas que cartonean su descanso y que sufren la inclemencia como única forma de vida. Si el objetivo Municipal es «seguir avanzando en la mejora de la atención de este colectivo de los sin techo», no nos explicamos cómo las cifras de esta exclusión sigue aumentando. Como cada vez son más las personas que se ven relegadas a que su vida trascurra en una esquina y que su lecho sea una acera. Los datos constatan que la mayoría siguen siendo hombres, aunque el número de mujeres ha aumentado en más de tres puntos, llegando al 15,5%. La media de edad sigue a la baja, situándose en los 43 años. Si antes las personas menores de 29 años era un grupo residual ahora suponen casi en 20% del colectivo de los sin hogar. Igualmente ganan peso los mayores de 65 años.
Es casi imposible realizar un perfil estándar de las causas que llevan a una persona a sucumbir al abandono. Paro, drogadicción, alcoholismo, marginación, enfermedad mental, abandono familiar, soledad, muchas son las aristas que conforman este complejo problema. Su solución difícil y compleja. Mientras tanto, la sociedad civil a través de las muchas asociaciones solidarias suple la falta de respuesta de las administraciones. Todas ellas conforman un entramado perfectamente orquestado que con más corazón que medios cubren, o por lo menos lo intenta, las necesidades básicas de las tres comidas diarias. Todo un ejemplo para unos Servicios Sociales demasiados burocratizados que suelen responder tarde a las necesidades de estas personas con techo de estrellas. Basta darse una vuelta por las calles más céntricas de nuestra ciudad o acudir al improvisado Hostal de Las Puertas de Tierra para darnos cuentas de la fría y sola realidad.
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