Sombras chinescas
Después de 200 millones de casos y de cerca de cinco millones de muertos, aún estamos tan desconcertados que nadie es capaz de dar una verdad como cierta
Aquella noche lucía una negra y desierta luna nueva. Una bandada de murciélagos salió despavorida de cuevas húmedas, con olor a relente ancestral y centenario. No podían imaginar que a ras del suelo una cohorte de pangolines hacían de las suyas. Armados, de manera natural, ... ante las agresiones externas se sentían inmortales. Esos extraños mamíferos precisaban de oxígeno para seguir con su rutina animal.
Entre redes y trampas de cazadores furtivos quedaban a la espera de recetas culinarias extrañas o de ritos esotéricos que te prometían potencia sexual infinita o un bienestar de longevidad nunca antes conocida. El trayecto hasta el mercado era angosto, pero sin ninguna traba administrativa ni control sanitario. Muchedumbres sin vigilancia alguna formaban la pócima mágica del desastre. Allí empezó el siglo XXI. Las miserias de la crisis económica de 2008 eran un simple juego de tahúres de medio pelo.
A pocos metros, una carpa a oscuras proponía a la gente menuda de ojos rasgados un divertimento nunca antes visto. Eran ‘Sombras chinescas’. Un lienzo blanco, una luz indirecta y potente, y unas figuras manejadas con destrezas entre palos y soportes, hacían las delicias de los más pequeños. La última vez que vi esa ilusión infantil a oscuras fue en el Teatro del Títere de la Tía Norica. Mis nietos se quedaron boquiabiertos ante tanto espectáculo monocolor y de sombras.
Desde la China, con muchas sombras y pocas verdades, nos llegó el innombrable. Según los expertos era sólo cuestión de tiempo. Nuestro ciclo vital, como especie, es vulnerable a la dimensión minúscula.
La primera investigación realizada sobre el origen de la maldita pandemia se hizo de rogar por parte de la comunidad internacional ante las sombras de las autoridades chinescas. Hace pocos días China ha rechazado el inicio, por parte de la Organización Mundial de la Salud, de una segunda investigación en Wuham.
Dicen que esas pesquisas, que incluirían a laboratorios y a mercados, son arrogantes y están politizadas. Las sombras sobre el origen del gran desastre cada vez adquieren mayor consistencia. Después de 200 millones de casos y de cerca de cinco millones de muertos, aún estamos tan desconcertados que nadie es capaz de dar una verdad como cierta.
Lo que sí está claro es que la verdad de lo que ocurrió en los primeros días de la pandemia permanecerá en el ocultismo de unas sombras chinescas de dolor y muerte. Seguro que se llegó tarde a dar la alarma, cierto es que ni los más siniestros llegaron a pensar el alcance de una plaga nunca antes vista.
Posiblemente ya pasó el tiempo de buscar el origen. Nada de los que se pueda averiguar nos acercará a la solución que hasta en sueños ansiamos. Poco pensamos ya en buscar teorías conspiranóicas. La cruda realidad nos ha situado en un campo en el que las dudas trascienden al terreno que está más allá de lo razonable. El miedo se ha aliado con la sensatez y la prudencia. Las certezas de hoy son las sombras chinescas del mañana.
Ver comentarios