Racheado
Nuestro futuro energético está en las maniobras de brisas y vendavales de Eolo y en la luz y los rayos persistentes de Helios
Ella misma llegó a reconocer que todo el mérito de sentirse una roteña nacida en el barrio madrileño de Malasaña fue del viento (Almudena Grandes). De ese levante y de ese poniente que nos imprimen una identidad gadita, entre náutica y costera, entre marinera y ... terrenal. Sin apenas existir una leve brisa sabemos que nuestro levante está en calma, que está a punto de saltar. El olor a Caleta, el aroma a ostionera, te recuerdan la rebequita de las frescas noches de verano. La nitidez del cielo te hacer pensar en el pelón del norte. Y con el sur, ni se te ocurra poner una lavadora. Juan y Sara, los personajes de su novela ‘Los aires difíciles’, son capaces de dar sentido a sus vidas a rebufo de los vientos que a veces soplan bonancibles y otras borrascosos, a capricho de la Rosa de los Vientos. Cuenta la mitología griega que el dios del viento Eolo moraba en el pequeño archipiélago de las Eolias, al nordeste de Sicilia. De la fuerza indómita de sus aires pudo dar cuenta el propio Ulises, cuando le regalaron un odre que retenía todos los vientos posibles, pudiendo manejar a su antojo el que le fuera más propicio para su regreso a Ítaca. Nuestra costa gaditana bien podría competir con esas diminutas islas azotadas por mistrales y sirocos, castigadas por tramontanas y lebeches. Estos días pasados hemos asistidos a fenómenos meteorológicos impropios de un mes de mayo. El negacionismo del cambio climático cada vez tiene menos consistencia científica, aunque la ristra de sus insensatos seguidores no para de crecer. Un Levante demoledor de muchas barras en el Estrecho, y contumaces remolinos ensordecedores por todos lados. Nada de racheado, auténticos empujones de ventoleras imposibles. Durante este mes de mayo se han batido todos los records de temperaturas elevadas en España. En algunas zonas del país hasta 16 º C por encima de la esperada para la época del año. De media 7 º C más de media. Según los datos España está viviendo el mes de mayo más calurosos desde que hay registros. La biometeorología estudia como los fenómenos atmosféricos influyen en nuestra salud, sobre todo la psíquica. Las fuertes rachas de viento y la ansiedad parecen tener relación. En cambio la lluvia modera y nos aporta tranquilidad y sosiego. La nieve invita al silencio y a la calma. El calor nos vuelve más agresivos y violentos. Basta leer ‘Dos días de septiembre’ de Caballero Bonald para comprender como el calor tardío de un estío puede marcar a una ciudad y a sus gentes. El calor y el viento aturden y enajenan. Hace casi cuarenta años Joaquín Piserra escribió un compendio de relatos localistas dedicados a personajes de nuestras calles afectados por la levantera ‘Locos del viento’. De Carlos ‘El Legionario’ a el Cojo Peroche, pasando por la Tomasa, ‘La Guachi’, Vicente el ‘Largo’ o el ‘Sopa’. Pese a todo nuestro futuro energético está en las maniobras de brisas y vendavales de Eolo y en la luz y los rayos persistentes de Helios.