Jano
El Dios, con sus dos caras y sus dos puertas nos da una idea del devenir de la vida, de sus contrariedades y de su tórpida evolución
En el Monte Olimpo, los dioses griegos y romanos pugnan por una supremacía sólo al alcance de Zeus y Júpiter. Entre todos ellos el dios Jano, con sus dos caras y sus dos puertas nos da una idea del devenir de la vida, de sus ... contrariedades y de su tórpida evolución. A él se consagran los umbrales, de entrada o de salida. Con sus dos perfiles es capaz de representar a la vez lo positivo y la opción incorrecta.
Llegan tiempos de ambigüedades e incertidumbres, de cambios y mutaciones. Cuanto más simple es un organismo vivo mayores son las probabilidades de que en su devenir se produzcan metamorfosis. Los pluricelulares son más estables, y su complejidad los lleva a la estabilidad. La sencillez siempre se presta a cambios, y de ellos pueden venir tormentas. Mutar es cambiar, es trasponer el código genético establecido, es negar lo acostumbrado para entregarse a lo desconocido.
Estamos en tiempos de mutaciones. Nunca antes se ha hurgado tanto en un código transmisor. Volviendo a la Grecia Clásica, su alfabeto empieza a quedársenos corto. De la delta a la ómicron sólo han pasado semanas. La simbiosis vírica precisa de organismo vulnerables, de células que sean incapaces de reconocer lo que se les viene encima, de convertirse en fábricas inagotables de partículas aptas para continuar el rastro de contagios.
Desde el inicio de la pandemia se intuyó que esto no era un virus de poca monta, que su origen, en una posible mala praxis culinaria a miles de kilómetros, era una simple anécdota sin relevancia para las consecuencias que se auguraban. Pronto se supo que las triquiñuelas de su llave de entrada eran tan perversas que podían sortear a la ciencia y poner patas arriba los sistemas sanitarios a nivel mundial.
Incluso que pondría en jaque a una humanidad muy dada a acotar territorios e implantar muros y fronteras, sin llegar a entender que todos, sin distinción de credos, razas ni ideologías, podemos entrar a formar parte de esa cadena mortífera.
Mientras que por un lado en los países ricos se ha hecho acopio de vacunas, y se aspira a tener vacunada y revacunada a toda su población, a los países pobres llegan con cuenta gotas y sin las suficientes garantías para realizar una administración adecuada. Mientras que desalmados del medio mundo adinerado, con las espaldas bien cubiertas, se manifiestan al calor de todas las garantías para defender su derecho a no vacunarse, hay un continente de color que implora lleguen vacunas para poder salvar vidas.
Esta pandemia ha demostrado que la inmunidad de grupo, bien entendida, afecta a los más de siete mil setecientos millones de habitantes de la tierra. Cuanto más tiempo transcurra en alcanzarse más probabilidades tendrá el virus de mutar y de hacernos más vulnerables. Como el dios Jano, seamos capaces de mirar hacia atrás y hacia delante.
Aprendamos de lo pasado para poder interpretar mejor lo que está por venir. Mientras tanto mantengamos el uso de mascarillas, evitemos aglomeraciones y sigamos a pies juntillas las recomendaciones de las autoridades sanitarias.