Dèjá vu
El concepto describe la sensación que experimenta una persona al pensar que ya ha vivido con anterioridad un hecho o una situación que, en realidad, es novedosa
A mediados del siglo XIX el para psicólogo francés Émile Boirac acuñó el término ‘dèjá vu’. El concepto describe la sensación que experimenta una persona al pensar que ya ha vivido con anterioridad un hecho o una situación que, en realidad, es novedosa. Es una ... sensación que suele ser breve y fugaz, que aparece de forma espontánea y que no existen causas concretas para su aparición. Alrededor del 70% de la población la ha vivido alguna vez a lo largo de su vida.
Hace apenas dos años que un grupo de expertos fue convocado por la Organización Mundial de la Salud . La pregunta fue directa ¿Cuál puede ser el problema más grave de Salud Pública para la humanidad?. Fueron tajantes en su respuesta, la “enfermedad X”. Un misterioso agente infeccioso, hasta ahora desconocido. Que saltaría de un animal al hombre, que provocaría un síndrome mucho más complejo y letal que la gripe conocida y que se contagiaría con tanta o más facilidad que ella. Sería probablemente un virus complejo que se extendería por todo el mundo aprovechando la hiperconexión comercial y turística entre las grandes ciudades, y que causaría un caos sanitario y socioeconómico de dimensiones nunca vistas.
Hoy lo conocemos como Covid - 19 . Más de quince millones de contagiados y más de seiscientos mil fallecidos. Y según los expertos el pico, en algunos países, está aún por llegar. Después de meses de aislamiento total, después de una pandemia social y económica. Después de haber vivido lo que ni el guionista más atrevido podía haber imaginado en una película de terror futurista, nos tocaba la apertura con cuenta gotas. La nueva normalidad debía de imponerse por pura necesidad. Sólo han sido unas semanas de alegría contenida. Confiábamos en que todo hubiese sido una mala pesadilla vírica. Pero llegaron los rebrotes que se esperaban para otoño, cerca de doscientos en nuestro país. Y aparecieron los nuevos confinamientos. Ya no existía un criterio unívoco. Teníamos libertades diversas según cual fuera tu territorio. El movimiento de personas estaba garantizado, pero las normas son dispares. Unos con mascarillas obligatorias, otros con restricciones en espacios públicos, otros con ocio nocturno sin cortapisas y otros con playas con derecho de reserva.
Para garantizar que la historia no vuelva a repetirse y vivamos un dèjá vu de terror tenemos que apelar a la corresponsabilidad. Corresponsabilidad a los Poderes Públicos para que no antepongan los intereses de las élites económicas a la salud de la población. Corresponsabilidad a la Administración Sanitaria, fragmentada y desquiciada, que ha dejado atrás los principios fundamentales de un Sistema Público Universal. Corresponsabilidad a la Administración Educativa que, siendo el pilar fundamental del progreso de este país, está al pairo de lo que marquen las legislaturas de los distintos signos políticos. Corresponsabilidad a la Administración Laboral y a los Agentes Sociales para que velen con celo por la protección de la salud, por las condiciones de trabajo de la población trabajadora y que combatan la precariedad laboral, con el objetivo fundamental del progreso económico y social de todos. Y corresponsabilidad a la Ciudadanía que después de haber soportado estoicamente el confinamiento ahora le toca el compromiso de cumplir a rajatabla las medidas de protección para evitar la transmisión comunitaria.
Si no somos todos responsables volveremos a vivir la pesadilla.
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