La Cueva

En Cádiz una esquina es algo más. Puede llegar a ser el límite entre lo divino y lo humano, entre lo religioso y lo mundano, entre la gloria y el pecado

Un ángulo es el vértice donde confluyen dos rectas. Una esquina es el lugar donde se cruzan dos calles, o tres, o cuatro, en ese caso es un cruce. En Cádiz una esquina es algo más. Puede llegar a ser el límite entre lo divino ... y lo humano, entre lo religioso y lo mundano, entre la gloria y el pecado.

Entre la Plaza de la Catedral, la calle Arquitecto Acero y la calle San Juan, en aquella esquina el bodeguero gaditano Manuel Fedriani decidió abrir, a finales de los años cincuenta, una bodega que daba a la calle Magistral Cabrera, a la espalda de la Iglesia de Santiago. La prosperidad del negocio le hace arrendar una accesoria, al inicio de la calle San Juan. Enfrente, ‘La Última Carta’. Allí estaba Pepe con sus barriles de fino, amontillado y ‘palo cortao’, el más pequeño de moscatel. Siempre con una tiza en la oreja, soportaba los improperios de un loro, de edad desconocida, que se la tenía sentenciada. Aquella calle solitaria y silenciosa de día no hacía presagiar el trasiego noctambulo de garitos y bares de ‘niñas’ con luces tenues, casi a oscuras, y olor a tabaco americano y perfumes baratos. Desde allí hasta Puerto Chico.

Una obra mal calculada en estructuras en el nuevo local hizo que se descubriera un hueco, hasta entonces desconocido y que retumbaba con un eco húmedo y eterno. Más de seis metros abajo se descubrió una gran cueva, hasta entonces ignota. Se denominó ‘La Cueva del Pájaro Azul’, en honor a un supuesto contrabandista que en el siglo XIX vivió en los arrabales del barrio del Pópulo y que usaba sus galerías como escondite. Llego a ser la cuna del flamenco más gaditano, el de Enrique ‘el Mellizo’, ‘La Perla’ y Aurelio Sellés. El ‘Cojo Peroche’, con su media lengua, ‘El Niño los Rizo’ con su toque. Hasta Paco de Lucía, el dios de la guitarra, y Felipe Campuzano con su piano gitano, fueron pilares de aquellas oquedades. El mismísimo autor francés Jean Cocteau pasó una ‘Noche gaditana’ acompañado del poeta argentino Mario Norberto Silva y del gaditano José Manuel García Gómez, como recoge en su libro su hijo Luis García Gil. Allí dejo escrito ‘Salut bien amical de Jean Cocteau’. Cádiz 1960.

El tiempo le da la razón a esos lugares míticos, a esas esquinas que llegan a conformar la historia de una ciudad trimilenaria.

Ha habido que esperar casi setenta años para hacer una nueva revelación en esa cueva de las sorpresas. El secreto guardado nos ha llevado a descubrir parte de las estructuras del puerto de Gadir y lo que pudo ser un dique y un astillero. El hallazgo da alas a la teoría de la tercera isla gaditana, aún sin nombre, pero más gaditana imposible. El cantil del muelle del puerto Gadir-Gades del siglo IV antes de Cristo, en la orilla del Canal Bahía-Caleta y estructuras portuarias excavas en la piedra ostionera nos hacen sentirnos orgullosos de nuestro pasado lejano. Aún nos queda por descubrir nuestro futuro más cercano. ¡Ojalá nos podamos sentir lo mismo de él!

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