Como una ola...
En Cádiz nadie vive a más de 500 metros de la orilla del mar
![Antonio Ares: Como una ola...](https://s2.abcstatics.com/media/opinion/2021/06/11/v/cadiz-k0OB--1248x698@abc-Home.jpg)
Aquel día de noviembre, apenas unos minutos antes de las nueve de la mañana una quietud sospechosa impregnó el aire. El horizonte del mar azul se volvió de una nitidez nunca vista. La temperatura se volvió de un raro que nadie sabría decir si era ... frescor o bochorno. Todas las gaviotas que merodeaban las playas y el paseo del Vendaval se habían ido hacía un buen rato. Los animales domésticos, perros, gatos, jilgueros y canarios, que pululaban por los patios de casas de vecinos de La Viña y el Barrio de Santa María, buscaban denodadamente un rincón seguro. De buenas a primera el mar se retiró de La Caleta. Los buscavidas de barca, caña y anzuelo intuyeron que algo iba a suceder. Y vieron como una ola….
No piensen que voy a cometer la osadía de remedar a Fray Luis de León en su regreso al Paraninfo de la Universidad de Salamanca, pero me van a permitir que me remita a mi artículo anterior, ‘La caña y el pez’. En Cádiz nadie vive a más de 500 metros de la orilla del mar. En cuanto a nivel del mar casi todos vivimos, deambulamos, sentimos, sufrimos y disfrutamos a cero metros. Incluso en algunos lugares de la ciudad por debajo del nivel del mar. El único sitio emblemático que llega a las nubes gaditanas es la Torre Tavira. La torre mirador más protagonista de idas y venidas. Desde allí se divisaban las comitivas marítimas de ultramar.
Dicen los expertos en sismología que donde se ha producido un terremoto o maremoto es muy probable que pueda acontecer de nuevo, y que en aquellos lugares donde nunca se han producido es posible que puedan ocurrir.
La actividad sísmica está relacionada con esos movimientos de tierra a dentro que nos recuerdan de vez en cuando que no somos los reyes de la creación, que nuestra dimensión ridícula siempre estará al pairo de una placa tectónica o de una falla sísmica. El 1 de noviembre de 1755 se produjo el Gran Terremoto de Lisboa. El epicentro se localizó a más de 300 kilómetros de la capital lusa, y sus efectos devastadores alcanzaron el Golfo de Cádiz. De sus consecuencias dan fe nuestra calle de La Palma y el Sin Pecado Milagroso de su Virgen.
Por fin, y después de muchas advertencias de la comunidad científica, el 20 de mayo se publicó una Resolución del Consejo de Ministros por el que se aprueba el Plan Estatal de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos.
El Ministro Grande-Marlaska lo ha presentado en nuestra ciudad. Dicho Plan establece un sistema de alerta ante maremotos cuya finalidad es avisar a cerca de la inminencia de dicha amenaza a las autoridades de Protección Civil y a los Servicios Públicos de Emergencias, así como a la ciudadanía que pueda verse afectada, con especial atención a las personas más vulnerables. Disponemos de menos de una hora para ponernos a buen recaudo de no vernos bajo agua.
A partir de ahora corresponde a las administraciones informar e instruir a la ciudadanía de la forma de proceder en el caso de llegue la Gran Ola. Qué no se sabe cuándo, pero que seguro que llegará.