Ciudad canina
Cada vez es menos frecuente ver a una persona portadora de una sola correa. Con más asiduidad es común ver verdaderas cuadrigas de perros
El movimiento de traslación de la Tierra tiene esas. El devenir de las horas del día tiene las suyas. Cada estación del año tiene su luz, su olor y su sonido. Si la primavera se tiñe de tintes dorados, huele a incienso y a torrijas ... enmeladas y suena a trinos de pájaros, el verano luce de color terral, se perfuma de tomates rojos y de caballas caleteras a las brasas. Sin embargo, el melancólico otoño posee colores ocres y marrones, huele a compota de membrillo y a castañas asadas y suena a recogida. Mientras tanto, el invierno es una mezcla de blanco y negro, emana pucheros y berzas y suena a chimenea.
Igualmente cada hora del día tiene sus personajes. A partir de las siete de la mañana la clase trabajadora, siempre falta de sueño, inunda las paradas de los autobuses urbanos. Sobre las nueve es la tropa menuda la que, con ojos a medio abrir y recién peinados, se dirige a paso remolón a cumplir con su obligaciones educativas. Desde esa hora calles, plazas y avenidas se ven surcadas por personas de pelo cano que dan buena cuenta de sus nuevos deberes domésticos y lúdicos, después de una, más o menos larga, vida laboral. Más o menos a esa hora también aparecen en tropel la fauna cánida urbana. Grandes y diminutos, ladradores y silenciosos, de pelo corto y con melenas cuidadas. Cada vez es menos frecuente ver a una persona portadora de una sola correa. Con más asiduidad es común ver verdaderas cuadrigas de perros con su preceptor auriga que lucen pequeñas bolsas de plástico en ristre.
En muchos espacios públicos los cánidos, en superioridad numérica, campan a sus anchas, mientras la escasa tropa menuda ha cambiado las travesuras al aire libre por aplicaciones de App Store. Los datos auguran que nuestra ciudad va camino de convertirse casi en invisible, como diría Italo Calvino. Los colegios de Cádiz Capital siguen perdiendo alumnado. Por primera vez la Delegación de Educación no tendrá que baremar en educación infantil (3 años). El desplome de la natalidad y la emigración intrabahía han dejado más de 2.000 plazas libres. Mientras tanto nuestro Ayuntamiento permitirá que los 25.000 perros, censados oficialmente en la ciudad, puedan disfrutar sin límites de nuestras playas desde el mes de octubre hasta Semana Santa.
Nada de Patrimonio de la Unesco, nada de Capital de la Cultura, nada de Capital Gastronómica, el otrora Emporio de Orbe, aspira a convertirse en una ‘ciudad canina’. Ojo no confundir con la otra acepción del término admitida por la Real Academia de la Lengua Española, y que denota cuando se convierte en adjetivo del sustantivo hambre. ‘Escasez de alimentos básicos, que causa carestía y miseria generalizad’. Ciudad ‘tiesa’, como diría Pedro Payan.
Canina y tiesa de inversiones e iniciativas empresariales.
Canina y tiesa de acuerdos entre administraciones adiestradas en zancadillas.
Canina y tiesa de inquietudes y de falta de un liderazgo.
Canina y tiesa de partidos políticos mediocres que sólo miran por sus intereses y ningunean a una ciudad dócil y conformista
Canina y tiesa de ilusión, sin rumbo ni norte más allá del localismo de Cortadura para adentro.
De estar tanto caninos dentro de poco estaremos tiesos.
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